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FORJADORES DE MÉXICO/ Inclusión y diversidad

Por Antonio Ortíz Vázquez, Presidente de Forjadores de México, A.C

Los argumentos para crear un lugar de trabajo diverso e inclusivo son muy convincentes: mejora la retención de talentos, cumple con las prácticas recomendadas de medio ambiente, entorno social y gobernanza (ESG) e incrementa la rentabilidad.
Sin embargo, la inclusión es un asunto que requiere un compromiso a largo plazo, no solo con el resultado final, sino también con la salud y el bienestar de los empleados.
Además, implica un cambio sistémico de la cultura empresarial y una estrategia con objetivos claros y medibles.
Ahora, pese a los beneficios que reporta la inclusión y diversidad laboral, los estudios demuestran que las empresas no gastan más del 20% de su tiempo en el tema, relegado de las prioridades corporativas. Incluso, menos del 50% de las empresas conocen la verdadera efectividad de sus programas de diversidad e inclusión.
Por otra parte, las capacitaciones en materia de diversidad e inclusión suelen ser reactivas: sólo se imparten después de que algo sale mal, se perciben sólo como una manera de limitar los daños. Cuando esto sucede, se tiende a catalogarla como poco sincera y propicia escasa motivación, además de reflejar un enfoque inconsistente en cuanto a la implementación.
La clave de efectividad, entonces, radica en un enfoque consistente, centrado en cambiar creencias y comportamientos limitantes relacionados con la diversidad y la inclusión.
Ahora, mientras la diversidad es, fundamentalmente, un juego de números o representación significativa de grupos minoritarios, la inclusión implica el empoderamiento personal. Es decir, garantiza que todos los empleados sientan la libertad de ser ellos mismos, participar en la toma de decisiones y hacer escuchar su voz sin consecuencias negativas.
La igualdad, en sí, es la búsqueda de oportunidades justas y equitativas. Busca un equilibrio de poder y consiste en apoyar a todos para que logren su potencial único. Es realmente la finalidad de las prácticas de la diversidad e inclusión. Un ejemplo de la igualdad es garantizar medios de acceso adecuados a personas en sillas de ruedas o el ofrecer seguro de salud para parejas, tanto heterosexuales como del mismo sexo.
Una estrategia exitosa de diversidad e inclusión integra a varias voces. Evoluciona a través de la conversación, el debate, los grupos de sondeo, los comentarios y las conexiones que se establecen a lo largo y ancho de la empresa, y que necesitan mantenimiento continuo.
El gran desafío es que, para algunos grupos o individuos, podría resultar difícil o imposible hacerse escuchar debido a motivos culturales o personales. Es fundamental, entonces, contar con un espacio seguro a fin de que el debate avance. Muchas veces son necesarias las reuniones con encuestadores confidenciales y anónimos.

La comunicación clara, transparente y efectiva es un componente fundamental de una estrategia de diversidad e inclusión. Implica garantizar que todos los empleados sepan que pueden colaborar, además de brindar actualizaciones frecuentes sobre el progreso, introducir y explicar objetivos nuevos o actualizados, y festejar los éxitos.

 

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FORJADORES DE MÉXICO / Compasión, por favor

Por Antonio Ortíz, Presidente de Forjadores de México, A.C

Como algunos trabajos pueden ser muy gratificantes desde el punto de vista monetario, intelectual o moral, solemos inadvertir las cargas que otros soportan y su trabajo se vuelve invisible para nosotros.

Sin embargo, cuando vendemos nuestro tiempo por horas, en realidad vendemos nuestra vida. Por ello, resulta muy decepcionante tratar de llegar a fin de mes con trabajos de bajos salarios.

El trabajo duro, repetitivo y profundamente poco glamoroso, ese que “cualquiera puede hacerlo» implica mucho sufrimiento.

El peligro de un círculo de riqueza cada vez más amplio, escribió John Kenneth Galbraith en The Affluent Society, es que «nos instalaremos en un cómodo desprecio por aquellos excluidos de sus beneficios y cultura y existe la probabilidad de que, como tantas veces en el pasado, desarrollemos una doctrina para justificar la negligencia».

Entonces, los ricos rara vez ven a los pobres.

¿Qué explica tal ceguera? Puede deberse, en parte, a las comodidades de la cuna a la tumba que tantas personas disfrutan hoy en día, una condición que nos aleja de una apreciación empática de un día de trabajo pesado.

La monotonía es un trabajo cuya recompensa no descansa en la tarea sino en la paga.

La ignorancia de quienes realizan trabajos terribles es indudablemente bienaventurada, pero siempre es moralmente impropia.

En un momento en el que las organizaciones no gubernamentales son desdeñadas de los presupuestos públicos y ls leyes, si pretexto de que no ayudan en nada y los beneficios pueden darse directamente a las poblaciones vulnerables, corremos el riesgo de no ver más a los pobres y a quienes enfrentan realidades devastadores y terribles.

Una manera de visibilizar asimetrías que laceran a distintas personas, aquellas que tienen trabajos monótonos, es galardonar a quienes si las ven y trabajan en favor de mejorar sus condiciones de vida en distintas maneras. La filantropía no puede desaparecer: es parte sustancial de la compasión o don para empatizar con el dolor de los otros.

 

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FORJADORES DE MÉXICO / Los jefes monstruo

Por Antonio Ortiz Vázquez, Presidente de Forjadores de México A.C.

Teletrabajo y sistemas híbridos reconfiguran el maltrato y abuso laboral, por lo que crecen los casos de burnout o síndrome del quemado. En gran parte, este fenómeno incide en más casos de estrés laboral y agotamiento.

No es el empleo del zoom y otras herramientas de home office: es la persistencia de actitudes “malvadas” en el trabajo, porque tras una pantalla, es más fácil cometer tropelías.
Según un estudio del Workplace Bullying Institute (WBI), el 30% de los trabajadores estadounidenses aceptaron que son intimidado, frente al 19% de 2017. El maltrato repetido, conducta abusiva o sabotaje laboral que humilla, intimida o daña e interfiere con su capacidad para trabajar, empeoró con el trabajo distancia.

Al eliminar los contactos “cara a cara”, tal despersonalización aumenta las actitudes menos corteses y amables.

Al mismo tiempo, cuando los supervisores y gerentes tienen más dificultades para justificar sus roles, aumenta la agresión que puede tomar vertientes de menosprecio y humillación. A la par, el trabajo remoto nos vuelve más vulnerables y el acceso a la vida personal de un individuo proporciona a los posibles acosadores áreas más sensibles para atacar y vuelve la intimidación más intensa.

Pero no todo son malas noticias: las personas en general se muestran menos tolerantes al maltrato. Vivimos en un momento en el que el abuso arraigado, a menudo protegido y sistemático ya se denuncia públicamente.

Los movimientos sociales, #MeToo, #TimesUp, Black Lives Matter, hoy ponen el foco en las estructuras que defienden el abuso y en los individuos que lo perpetúan. Las personas que se enfrentan al abuso en las calles son mucho menos propensas a asumirlo en el lugar de trabajo.

La concientización, hoy, es clave para erradicar el abuso. Sin embargo, aún no se descubran las maneras en las que las organizaciones pueden frenar de golpe las conductas abusivas. Distintos estudios revelan que cuando la empresa busca situaciones de abuso, paradójicamente éstas se recrudecen.

Hasta ahora, el papel más relevante para parar los actos de intimidación es la propia víctima a través de la visibilización de la conducta reprobable.

En las redes sociales, por ejemplo, a lo largo de la pandemia hemos visto como maestros abusivos, burlones o humillantes se exhiben, así como algunos casos de maltrato intrafamiliar. Este tipo de denuncias podría frenar a los jefes monstruos de las organizaciones.

 

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FORJADORES DE MÉXICO/ Empresas vigilantes

Por Antonio Ortiz Vázquez, Presidente de Forjadores de México.

¿Es correcto o productivo vigilar a los trabajadores?
A medida que el trabajo remoto se vuelve más común, las ventas de tecnología de monitoreo aumentan. Pero el uso de herramientas de vigilancia conlleva un costo: se puede perder productividad y generar alta rotación de personal.
La microgestión o vigilancia en los trabajos remotos o híbridos puede ser el principio del fin.
Hay un viejo adagio en los negocios: lo que se mide se gestiona. Eso es crucial en materias primas, desechos, uso de energía, emisiones y otros. Visto de esta manera, la tecnología de vigilancia puede no ser una mala idea. Hay valor en medir lo que los empleados hacen y qué tan productivos son. El desafío de la vigilancia es conectarla con la administración o el control.

En 2021 surgieron informes de que una de cada cinco empresas empleaba software de vigilancia para monitorear de forma remota a sus empleados, en algunos casos sin el conocimiento o consentimiento de los trabajadores. El software de monitoreo como Hubstaff, ActivTrak, Workpuls y Time Doctor crece.

Desde 2020 la demanda de software de vigilancia en Estados Unidos creció 58% en el primer semestre, alcanzó el 87% en el segundo y ahora se ubica en 71%.

La realidad es ésta: las organizaciones no confían en sus empleados. Aflora una inquietud tras la aparición del Covid-19: ¿Cómo controlar a los trabajadores si no pueden verlos?

La tecnología de vigilancia puede incluir tomar capturas de pantalla de la computadora de un empleado a intervalos regulares, rastrear qué sitios web visitan durante el horario de la empresa, monitorear sus pulsaciones de teclas y el movimiento del mouse, e incluso anotar su ubicación remota, lo que permite a los empleadores saber si sus trabajadores están en los escritorios en sus oficinas en casa, en la escuela de sus hijos o en un almuerzo. El propósito ostensible del monitoreo es a menudo «aumentar la productividad».

Pero incluso en la década de 1980, con la vigilancia electrónica mínima disponible, los empleados cuyo desempeño fue monitoreado percibieron sus condiciones de trabajo como más estresantes e informaron niveles más altos de aburrimiento laboral, fatiga, ira, ansiedad e incluso depresión y otras quejas de salud.

Sin embargo, la vigilancia en el lugar de trabajo continuó, a pesar de que tendía a socavar la confianza entre el empleado y la organización.

Estar vigilado no propicia más productividad. Trabajar desde casa durante la pandemia elevó la productividad en un 5% en Estados Unidos. Además, el monitoreo puede ser contraproducente porque los empleados sienten que violan su privacidad.

A pesar de la posibilidad de que una mayor aceptación pueda mitigar algunos de los impactos negativos del monitoreo, es difícil superar la naturaleza inherentemente desagradable de la vigilancia. El precio puede ser muy alta.