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CONSCIENCIA FEMINISTA/ Sororidad, hermana…

Por Analletzin Díaz Alcalá, directora de la Escuela de Periodismo Carlos Septién

No sirve de nada la lucha colectiva en contra de la violencia de género si repetimos patrones de conducta machista en nuestro actuar diario.

La violencia de género en el tema laboral es un hecho que se vive diariamente en México, desde la diferencia de salarios menores hasta las oportunidades de alcanzar puestos directivos en las empresas privadas o instituciones públicas. Es, sin duda, un gran logro que la primera presidenta mexicana haya presentado al Senado de la República iniciativas para garantizar la igualdad sustantiva; la perspectiva de género y el derecho a una vida libre de violencia.

Sin embargo, los avances en materia legislativa no funcionan si no cambiamos la visión y valores individuales de cada una. ¿De qué sirve que se incorpore en el artículo 4º el derecho a la igualdad sustantiva, es decir, igualdad en todas las leyes, que se considen las particularidades de las mujeres y sus derechos humanos, cuando no hay un entendimiento de sororidad y empatía entre el género?.

Lo peor que se vive en la sociedad es tener al frente de la toma de decisiones a mujeres con mentes que minimizan los logros de sus compañeras de trabajo; no dar oportunidades de acompañamiento familiar de hijos, padres o cónyuges en situaciones personales y generar miedo por ausencia de horas o un día de trabajo.

Las conductas y prácticas laborales deben adaptarse a las necesidades que surgen en el día a día y ponderar las necesidades humanitarias ante todo. No debe existir angustia al solicitar permisos para faltar por cuestiones de salud. Deben desaparecer las acciones punitivas por este tipo de ausencia. Mujeres, entiendan y atiendan las necesidades por las que pasamos porque somos hijas, madres, parejas, hermanas, tías y amigas. Sororidad, hermana, sororidad.

Que no sólo sean palabras que resuenan en las marchas o en los discursos feministas, que sean las acciones que implementamos a diario desde que salimos a la calle. De por sí la violencia e inseguridad está latente, no fomentemos nosotras mismas esta práctica.

Es alarmante la cifra de mujeres en México que padecen violencia en alguna etapa de la vida; de acuerdo con el INEGI y ONU Mujeres, en 2023 se registraron 61.5 millones de actos violentos contra mujeres y una de cada cuatro de ellas reportó discriminación en su lugar de trabajo.

Y de la violencia física sólo existe un paso hacia la muerte. México registró 827 feminicidios durante 2023 en el informe de la Secretaría de Seguridad Pública Ciudadana (SSPC). Estos crímenes se clasificaron como asesinatos de mujeres por razón de género. El Estado de México fue la entidad con el índice más alto en el país con una cifra de 89 mujeres muertas; siguen en la lista Nuevo León con 73 y la Ciudad de México con 55 feminicidios.

Hay que denunciar cualquier tipo de violencia y decir firmemente “Sí, yo te creo” porque ese es el primer paso para brindar apoyo. Dejemos el miedo atrás, defendamos nuestra vida y nuestros derechos. Alcemos la voz, pidamos ayuda, busquemos personas o grupos que nos fortalezcan. No temamos perder el trabajo por denunciar el acoso sexual: ahora las mujeres tenemos más coyuntura y somos visibles socialmente.

Sororidad, hermana, con las familias que perdieron a una hija, a una hermana, a una madre, a manos de un feminicida; empatía con las mujeres que fueron ultrajadas; y admiración y respeto para todas las que decidieron no callar.

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CONSCIENCIA FEMINISTA/ Comunicación y educación responsable

Por Analletzin Díaz, directora de la escuela de Periodismo Carlos Septién.

Nuestro sistema educativo se reformó varias veces con el propósito de hacer mejoras en los programas desde nivel básico hasta el bachillerato, dado el adelanto que existe en la tecnología para brindar mejores herramientas. No obstante, quienes nos dedicamos a la docencia a nivel superior coincidimos que cada día los jóvenes que ingresan a estudiar una licenciatura carecen de comprensión de la realidad e incluso, de sentido común.

¿Qué consumen las nuevas generaciones, cuáles son sus medios, qué mensajes tienen, qué lenguaje utilizan?

Más allá de todas las respuestas sobre estos planteamientos debemos instar a gobiernos y a medios de comunicación a que el tema donde debemos centrarnos es en la dignificación de las personas y fortalecimiento social de los derechos humanos en todos los ámbitos. Por supuesto, todo desde una visión con perspectiva de género e inclusión.

Es innegable que las plataformas digitales son los medios informativos más consultados por la población estudiantil. De manera simultánea, las redes sociales son de mayor penetración y alcance día a día. Por ello se debe tener una gran responsabilidad al momento de crear información.

Afortunadamente surgen los observatorios de medios y los defensores de audiencias para detectar los contenidos. Estos organismos permiten señalar la falta de ética y responsabilidad de algunos comunicadores y empresas que lejos de enaltecer nuestros derechos o dignidad, crean apologías del narco o crimen organizado.

Es cierto que la violencia que impera en el país no puede esconderse ni se puede dejar de informar. Sin embargo, hacerlo con una mirada humanista y social beneficiaría a nuestras comunidades en la prevención y detección oportuna de delitos. Con ello los medios de comunicación serían los aliados del gobierno no como repetidores de información oficial, sino en la mejora de contenidos para fomentar el bienestar común, y, por ende, los medios serían aliados también de la ciudadanía.

El papel de las escuelas de periodismo y comunicación es fomentar siempre la responsabilidad y la ética en el ejercicio profesional. Desde las aulas se debe ponderar que la comunicación en medios públicos o privados debe ser para servir a la sociedad, para el beneficio de las comunidades en su vivir diario, resaltar que las denuncias públicas en los medios deben centrarse no en filias y fobias políticas, sino para buscar una mejora en las condiciones de vida y seguridad. No ser un servil ante el poder público.

Todo inicia desde comprender que la equidad e igualdad en los seres humanos debe ser pilar de toda iniciativa y educación. Y así, inferir en las políticas públicas para abrir más espacios y oportunidades laborales o individuales.

Debemos generar una “deconstrucción”, como lo menciona Jacques Derridá, romper esquemas que degradan la dignidad y lugares comunes que tanto daño hacen. No más “buchonas” como ejemplo de nuestras hijas como productos fabricados y desechables, tampoco más narcos que usan relojes y autos de lujo como modelos de niños para ser halcones o carne de cañón en los enfrentamientos.

Debemos lograr un andamiaje entre las instituciones, los medios de comunicación y la sociedad, fortalecer la democracia con un ejercicio del periodismo más responsable, que los gobiernos no tomen de forma personal las críticas puesto que las denuncias se hacen en la gestión pública como funcionarios. Así, los medios deben estar obligados a demostrar que la práctica de investigación periodística es apegada a la realidad con fuentes fidedignas y los ciudadanos tienen que hacer válido sus derechos de exigir mejoras en su vida y entorno social.

No debe desaparecer el INAI ni los órganos garantes de nuestros derechos de acceso a la información pública. Se deben apoyar a las instituciones que legitiman a los ciudadanos sin buscar beneficios personales o venganzas ideológicas.

Las instituciones educativas deben ser las encargadas de transformar el pensamiento de los jóvenes para crear consciencia de sus derechos y obligaciones. Las universidades y centros de educación superior tienen un importante rol para que los futuros profesionistas dejen de consumir contenidos chatarra y empiecen a leer.

Es obligación de todos hacer cumplir y respetar las garantías de las que gozamos como mexicanos y difundir información de calidad basada en la dignidad humana.

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CONSCIENCIA FEMINISTA/ Comunicación y educación responsable

Por Analletzin Díaz, directora de la escuela de Periodismo Carlos Septién.

Nuestro sistema educativo se reformó varias veces con el propósito de hacer mejoras en los programas desde nivel básico hasta el bachillerato, dado el adelanto que existe en la tecnología para brindar mejores herramientas. No obstante, quienes nos dedicamos a la docencia a nivel superior coincidimos que cada día los jóvenes que ingresan a estudiar una licenciatura carecen de comprensión de la realidad e incluso, de sentido común.

¿Qué consumen las nuevas generaciones, cuáles son sus medios, qué mensajes tienen, qué lenguaje utilizan?

Más allá de todas las respuestas sobre estos planteamientos debemos instar a gobiernos y a medios de comunicación a que el tema donde debemos centrarnos es en la dignificación de las personas y fortalecimiento social de los derechos humanos en todos los ámbitos. Por supuesto, todo desde una visión con perspectiva de género e inclusión.

Es innegable que las plataformas digitales son los medios informativos más consultados por la población estudiantil. De manera simultánea, las redes sociales son de mayor penetración y alcance día a día. Por ello se debe tener una gran responsabilidad al momento de crear información.

Afortunadamente surgen los observatorios de medios y los defensores de audiencias para detectar los contenidos. Estos organismos permiten señalar la falta de ética y responsabilidad de algunos comunicadores y empresas que lejos de enaltecer nuestros derechos o dignidad, crean apologías del narco o crimen organizado.

Es cierto que la violencia que impera en el país no puede esconderse ni se puede dejar de informar. Sin embargo, hacerlo con una mirada humanista y social beneficiaría a nuestras comunidades en la prevención y detección oportuna de delitos. Con ello los medios de comunicación serían los aliados del gobierno no como repetidores de información oficial, sino en la mejora de contenidos para fomentar el bienestar común, y, por ende, los medios serían aliados también de la ciudadanía.

El papel de las escuelas de periodismo y comunicación es fomentar siempre la responsabilidad y la ética en el ejercicio profesional. Desde las aulas se debe ponderar que la comunicación en medios públicos o privados debe ser para servir a la sociedad, para el beneficio de las comunidades en su vivir diario, resaltar que las denuncias públicas en los medios deben centrarse no en filias y fobias políticas, sino para buscar una mejora en las condiciones de vida y seguridad. No ser un servil ante el poder público.

Todo inicia desde comprender que la equidad e igualdad en los seres humanos debe ser pilar de toda iniciativa y educación. Y así, inferir en las políticas públicas para abrir más espacios y oportunidades laborales o individuales.

Debemos generar una “deconstrucción”, como lo menciona Jacques Derridá, romper esquemas que degradan la dignidad y lugares comunes que tanto daño hacen. No más “buchonas” como ejemplo de nuestras hijas como productos fabricados y desechables, tampoco más narcos que usan relojes y autos de lujo como modelos de niños para ser halcones o carne de cañón en los enfrentamientos.

Debemos lograr un andamiaje entre las instituciones, los medios de comunicación y la sociedad, fortalecer la democracia con un ejercicio del periodismo más responsable, que los gobiernos no tomen de forma personal las críticas puesto que las denuncias se hacen en la gestión pública como funcionarios. Así, los medios deben estar obligados a demostrar que la práctica de investigación periodística es apegada a la realidad con fuentes fidedignas y los ciudadanos tienen que hacer válido sus derechos de exigir mejoras en su vida y entorno social.

No debe desaparecer el INAI ni los órganos garantes de nuestros derechos de acceso a la información pública. Se deben apoyar a las instituciones que legitiman a los ciudadanos sin buscar beneficios personales o venganzas ideológicas.

Las instituciones educativas deben ser las encargadas de transformar el pensamiento de los jóvenes para crear consciencia de sus derechos y obligaciones. Las universidades y centros de educación superior tienen un importante rol para que los futuros profesionistas dejen de consumir contenidos chatarra y empiecen a leer.

Es obligación de todos hacer cumplir y respetar las garantías de las que gozamos como mexicanos y difundir información de calidad basada en la dignidad humana.

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CONSCIENCIA FEMINISTA/ Degradación musical

Por Analletzin Díaz Alcalá, directora de la escuela de periodismo Carlos Septién

La música es una de las bellas artes que permea en las sociedades a lo largo de los siglos. Trasciende en lo más recóndito del ser humano, en sus pasiones y deseos, para encontrar una manera de expresar el odio o desamor, nostalgia, locura, tristeza, muerte…

Muchas canciones a lo largo de la historia dejan huella. Desde la antigua Grecia y civilizaciones anteriores a la era cristiana en Europa, en danzas y alabanzas africanas desde los inicios de sus generaciones; el encanto de la armonía sonora en las primeras culturas de Asia y hasta nuestros ancestros con sus cantos en los poemas a la vida y a la tierra.

Las narrativas que se tejen en la mente de mujeres y hombres, acompañadas de música creada por genios artistas, dan como resultad canciones que describen el desarrollo cultural de los pueblos y sociedades.

Con las canciones identificamos estilos, pensamientos, valores, causas, emociones, comportamientos propios y colectivos y toda clase de filias y fobias sociales. No obstante, en este siglo XXI experimentamos corrientes musicales que trascienden en debates públicos por ser simples letras sueltas que degeneran valores e idiomas.

Más allá de la discusión que si el “perreo”, corridos tumbados u otra corriente actual es música o no, la discusión debe centrarse en cómo evitar que se propaguen las letras que incitan a la violencia y la humillación contra la mujer. Es alarmante considerar que la juventud mundial acepte el machismo y aplauda la descripción detallada de cómo vejar a las mujeres en los actos sexuales para someterlas hasta lastimarlas.

Es cierto que canciones que cantaban nuestros abuelos o padres en su momento también hablaban de este machismo y maltrato “disfrazado” de amor, pero no fue tan agresivo y burdamente explícito como lo es en este momento. Ni los grandes compositores que escribieron sobre el desamor o engaño se atrevieron a llamar perra o puta a quien los abandonó. Era inadmisible.

Ahora se normaliza la violencia musical contra el género femenino en las mismas adolescentes y jóvenes que consienten que se les cante al oído y les llamen zorras que merecen la muerte. ¿Cómo se permite semejante aberración y degradación en la sociedad?

La industria musical encuentra un gran nicho en la sociedad consumista, de productos basura, que están más al alcance de las personas a través de las plataformas digitales. Por ende, cada vez más suenan en todo momento letras perniciosas para incitar o normalizar la violencia al grado de llegar a los feminicidios.

Algunos niños escuchan estas canciones por influencia de los padres que no miden los efectos a futuro y no visibilizan el daño moral que causan porque no analizan, se dejan llevar por el ritmo “pegajoso” y las repiten y repiten dando la aceptación de lo que dicen.

Un niño que no identifica el respeto a una mujer, a los derechos humanos y a la dignidad humana quizá llegue a ultrajar a las personas de forma natural porque en su contexto es aceptado. La permisibilidad se realiza a través de la música que constantemente escucha en las reuniones sociales y familiares. Someter a una mujer, sodomizar y hasta asesinar por no cumplir en el sexo se vuelven estampas cotidianas y tácitamente aceptadas.

Una niña que escucha y observa videos de mujeres semidesnudas, en un futuro son susceptibles de convertirse en mujeres que no podrán denunciar abusos sexuales por miedo o por no entender que el maltrato no es normal.

Vivimos en un país donde la violencia ocupa las primeras noticias de los medios de comunicación. En México, 10 mujeres son asesinadas diariamente por feminicidio y aumentan los índices de desapariciones forzadas. Así, no es descabellada la idea de que la música incide parcialmente en esta violencia, por la permisión que dan los “ídolos musicales” al imitar lo que dicen las letras de sus canciones.

Somos libres de escuchar lo que nos plazca, sin embargo, así como en algún momento se vetaron y se persiguieron a cantantes por hablar o hacer críticas hacia los gobiernos en el mundo, no se deber fomentar desde los medios de comunicación la difusión de canciones que hacen apología de la violencia y discriminación.

 

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CONSCIENCIA FEMINISTA/ Seamos mujeres

Por Analletzin Díaz Alcalá, directora de la escuela de Periodismo Carlos Septién.

Las mujeres ancestrales en las familias mexicanas representan la base de una ideología que se desvanece. Imperaba hasta hace unos años y, con el paso del tiempo, esa función social y doméstica se difumina en el pensamiento de la mujer actual. Incluso, se retoma como crítica a un sistema patriarcal que poco a poco debe desaparecer.

Fueron las mismas abuelas, tías y madres quienes en su sumisión aceptaron ser sobajadas y relegadas como mujeres. Se posicionaron como las servidoras domésticas, al grado de educar desde niñas para estar al servicio y disposición de los hombres de la casa. Cocinar para ellos, vestir para ellos y como ellos indicaran, cuidar a los hijos de ellos y peor aún; humillarse ante ellos.

Los roles sociales ya no son los de siglos pasados, aunque todavía hay mentes retrógradas que critican a hombres que asumen el compromiso de cuidar a los hijos y quedarse en casa para que la mujer sea quien salga a laborar. Son las decisiones que sólo corresponden a la pareja y no a la crítica familiar o vecinal. Lamentablemente son las mismas mujeres quienes adoptan los patrones machistas para juzgar.

Son mujeres quienes aún ponen las piedras para tropezar a otras mujeres en su andar. Las trabajadoras de empresas que esperan la orden de un jefe hombre para poder actuar; las que comparan las actividades de un jefe varón y minimizan el profesionalismo de una jefa. Son ellas las que justifican la violencia, hostigamiento y maltrato laboral. Asumen que ellas mismas provocan ese mal trato por que no están “a la altura del patrón” y asumen y reconocen su incapacidad ante él.

El varón, como jefe, como dueño, como líder o “mandamás” abusa de su posición y se empodera cuando sus súbditas le festejan los abusos y se regodean de las burlas y vejaciones que cometen contra otras mujeres. ¡Qué tristeza provoca semejante actuación!

Es cierto que la crítica radica en lo físico más que en lo profesional para una mujer, que doblemente debe demostrar su capacidad ante los ojos que esperan cualquier tropiezo, por leve que sea, para ser vituperada.

Hoy, el empoderamiento de la mujer se nota en espacios inimaginables que no alcanzaron a ver mi abuela y mi madre. Hoy tenemos una mujer presidenta en México por vía electoral, sin ponerle color ni partido, es una mujer. Pese a las críticas de estar a la sombra de su antecesor o bajo el cobijo de un hombre, Claudia Sheinbaum lo logró y ya es historia.  Este 2024 una mujer nos representa.

Gracias a los movimientos feministas y seres humanos con raciocinio y sentido común, hoy se suman a la evolución y se logran los cambios.  Logran que volteen a vernos y a escucharnos después de tantos siglos.

Empero, falta más empatía social, la sororidad feminista con todas. Falta que los varones reconozcan el esfuerzo y abran más espacios de trabajo para la mujer. No cuotas de género para cumplir con promesas, sino posibilidades reales para desarrollar proyectos libremente.

La independencia económica debe ser fundamental en el México machista para consolidar cada día los logros feministas. Debemos sumar esfuerzos para lograr una real y verdadera paridad y equidad de género, desde nuestra cosmovisión personal y escalarla en nuestro entorno laboral y familiar.

Las vicisitudes encontradas en el camino son sorteadas con fuerza, valor y dignidad porque no es fácil. Damos batallas, dejamos sueños, enfrentamos dragones y estamos donde queremos estar.

La consciencia feminista es hoy, aquí y ahora, liberándonos del linaje femenino que cargamos socialmente. Sería más fácil para todas romper los esquemas que protocolizan la sumisión para cohesionarnos y consolidar un verdadero reconocimiento.  Sin más, la unión hace la fuerza y eso debemos lograr. Seamos de verdad las mujeres líderes de esta época; dejemos huellas de nuestro andar como hijas, madres, parejas, esposas, amigas, hermanas…y seamos libres, seamos mujeres.

 

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CDMX CIUDAD DE MEXICO Portada

Mujeres marchan en CDMX contra feminicidios y desapariciones

Cientos de mujeres salieron a marchar en la Ciudad de México para exigir justicia por la muerte de Debanhi Escobar y de otras víctimas de feminicidio y desaparición forzada.

Colectivas feministas caminaron de avenida Paseo de la Reforma hacia la Antimonumenta, en Avenida Juárez, para pedir a las autoridades que se detenga la violencia feminicida.

Las asistentes vistieron prendar moradas, alusivas al movimiento feminista, además de gritar diversas consignas contra la violencia de género.

Los contingentes mostraron fichas de búsqueda de decenas de mujeres que han sido reportadas como desaparecidas, así como de aquellas víctimas de feminicidio.

Se tiene previsto que a las 15:00 horas parta otra marcha desde el Monumento a la Revolución con dirección a la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México.