Categorías
Columna Columnistas

ABANICO / Indiferencia: el alto precio de callar

Por Ivette Estrada
El silencio tiene un alto costo para las marcas. Aquellas que decidieron “callar” y abandonar la interacción con sus públicos durante la pandemia, hoy tardarán hasta 4.5 años en recuperar el posicionamiento de mercado que tenían antes de 2020. Hoy, quienes desestiman los problemas sociales, se vuelven irrelevantes para los consumidores.
Aunque a nivel global reconocemos que deseamos trabajar en una empresa alineada a nuestros valores de vida, también tendemos a privilegiar marcas con objetivos alineados a los nuestros. La incógnita es: ¿por qué las empresas no dejan clara su postura sobre temas sociales relevantes?
El 55% de las marcas no divulga su postura sobre problemas que afectan a la sociedad. Paradójicamente, las audiencias claves esperan que el CEO de la empresa si comunique su postura sobre temas sociales relevantes.
La respuesta es que las marcas evitan la confrontación, sobre todo en mercados altamente polarizados. Se detecta un apasionamiento tal, que hoy es factible entablar peleas verbales aún en la mesa. Entonces, las marcas enfrentarán un campo minado político si no tienen cuidado.
Sin embargo, el silencio genera una percepción de alejamiento, indiferencia o frialdad.
La disyuntiva es clara: ¿hablar o callar? ¿Hablar! Y para ello deben considerarse posiciones sociales y de política pública que podrían ser estratégicas e inteligentes. Sin embargo, las marcas tratan de determinar si deben hablar y cuándo, sino que también analizan si tienen o no la autoridad y la capacidad para hacerlo.
Es decir: Las marcas son muy conscientes de que emitir declaraciones sin respaldarlas con cambios reales, pueden ser despreciadas por «lavado de propósito» o «señalización de virtud», lo que comúnmente tildamos de hipocresía. Hoy, más que nunca, se fortalece la tolerancia cero para los gestos no respaldados por la acción. Lo que está en juego es la reputación, el bien que representa hasta el 60% del valor de una marca.
Por ello, incluso las empresas con mayor conciencia social tienen cuidado con las posturas de defensa sobre ciertos temas.
Callar, sin embargo, implica adentrarse a un mercado indiferenciado, débil, anodino y sin personalidad. Las marcas con tales estigmas tendrán hasta 60% más de problemas para destacar en los anaqueles y pisos de ventas.
Así, conviene preparar a los voceros de las organizaciones e institucionalizar en qué casos tomar una postura social y cómo abordarla.
Existen marcos para las crisis «tradicionales» como los problemas operativos, mala conducta ejecutiva, incluso activismo de los accionistas. Pero no existe aún una planificación de escenarios para elaborar estrategias sobre los riesgos, recompensas y respuestas con respecto a la comunicación de los valores de una marca.
Urge delinear las políticas de expresión corporativa. En tiempos de gran indefinición, polarización y recesión no debe prevalecer el silencio. Las mordazas autoimpuestas pueden dañar a grados no imaginados.

Categorías
Columnas Columnistas

ABANICO/ Santidad o placer

Por Ivette Estrada

Tendemos a dividir el mundo, personas y acciones en un simplista maniqueísmo: buenos o malos, blanco o negro, placer o pecado. Rara vez avanzamos por la línea intermedia o el umbral del equilibrio. Asumimos de manera errónea que no existen convergencias felices, que el bardo es una falacia.
Esto ocurre en todo. También en lo que ingerimos: nos desplazamos al placer organoléptico o rehuimos, como avezados penitentes, la carne. ¿Y si nos convertimos en flexitarianos? Abrazar la flexibilidad subyuga.
Resulta ser una invitación inusual, pero implica concientizarnos de lo que comemos y de la trascendencia que tiene nuestra elección en el efecto invernadero. Privilegiar comer más plantas, pero al mismo tiempo, no recortar ningún tipo de alimentos, es una opción que diluye la dicotomía santidad o placer. Es tener lo mejor de ambos mundos.
Comer alimentos de origen vegetal la mayor parte del tiempo, es ser flexitariano. Este tipo de dieta ofrece beneficios dramáticos para la salud, como un menor riesgo de enfermedad cardíaca y diabetes, también es una medida personal para combatir la crisis climática. Pero es flexible: la gente puede adoptar este régimen que acepta ingerir ocasionalmente la carne.
¿Qué quieres comer? Esa respuesta tiene infinidad de implicaciones no sólo sobre el propio organismo y la salud, sino también sobre las condiciones ambientales. Conforma nuestro entorno y, en gran medida, el mundo futuro. Resulta tan trascendente la dieta que da origen a múltiples corrientes de consumo. Estas son algunas de ellas:
Veganismo se refiere a una dieta totalmente basada en plantas sin carne, lácteos u otros productos animales. El vegetarianismo, en cambio, si admite lácteos y huevos, aunque no la carne. El pescatariano, en tanto, acepta la ingestión de plantas, lácteos y huevos, también pescado y otros mariscos, pero no de la carne.
El climatario, por otra parte, es elegir alimentos basados en reducir su huella de carbono, por lo que se evita la carne de res y cordero, mientras el reducetarian es disminuir al mínimo el consumo de carne en cualquier forma y el flexitariano, al que ya aludimos, implica una dieta basada principalmente en plantas, aunque ningún alimento está fuera de los límites. También se llama dieta vegetariana a tiempo parcial.
¿Por qué insistir en consumir vegetales? Porque una dieta basada en plantas sin procesar reduce el riesgo de enfermedades crónicas, como diabetes y enfermedades cardíacas. Incluso ciertos tipos de cáncer como el de colon y el de próstata. Incluso, puede revertir potencialmente las enfermedades cardíacas o diabetes.
La elección de nuestra comida no se limita al impacto en nuestro organismo: el sistema alimentario es responsable de un tercio de las emisiones globales que se emiten cada año, Esta estimación tiene en cuenta todo el ciclo de vida del cultivo y la producción de alimentos, incluido su transporte por todo el mundo.
Así, criar y alimentar grandes cantidades de ganado es el mayor contribuyente a la huella de carbono, y la carne de res es el alimento más intensivo en clima seguido de la de cerdo y aves de corral.
Ahora, los cambios graduales o «pequeños» en las dietas pueden lograr mejor la pérdida y controlar el peso en comparación con cambios más abruptos y drásticos en la dieta.
En suma: Ser menos rígidos en lo que consumimos nos permite seleccionar mejor, ser más amigables con el planeta y reafirmar nuestra noción de libertad y placer. Optar por la línea intermedia. Así que reitero: ¿quieres ser flexitariano?