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ABANICO/ Seis emociones en busca de consumidor

Por Ivette Estrada

Las reacciones psicofisiológicas como ira, tristeza, miedo, sorpresa, asco o alegría y sus múltiples variables ahora son campo de estudio de la industria retail y sus estrategias de personalización y omnicanalidad.

Las emociones no se confían a la imprecisa y errática “percepción” de los vendedores, se ponen bajo el escrutinio tecnológico y depuran su precisión justo cuando la Inteligencia Artificial logra replicar la forma en la que piensan los humanos. Incluso, un subconjunto de estas soluciones permite medir, comprender, simular y reaccionar a las emociones.

Esto se emplea para testar publicidad, adecuar tonos y respuestas en los call center, personalizar ofertas acordes a estados anímicos e incluso correlacionar escala tonal de las emociones con merchandising en tiendas on line y físicas.

Incluso, medicina y retail son las industrias que mayores ventajas obtienen de la computación afectiva o inteligencia emocional artificial.

Tales soluciones se remontan a 1995, cuando se generó una herramienta que permitió la interacción más natural entre humanos y máquinas. Esto mediante una réplica similar a la relación entablada intuitivamente entre humanos: la observación modifica la manera en la que nos relacionamos con el otro.

Aunque hoy las personas “leen” o decodifican las emociones, las máquinas logran analizar grandes cantidades de datos, escuchan las inflexiones de la voz y comienzan a reconocer cuándo se correlacionan con determinadas emociones. Asimismo, las máquinas pueden analizar imágenes y captar sutilezas en las microexpresiones de los rostros humanos. Como ocurren muy rápido, es posible que una persona no logre detectar las pequeñas pero significativas señales en la expresión no verbal.

Podemos concluir, en suma, que tenemos muchas neuronas para las interacciones sociales. Nacemos con algunas de ellas y luego aprendemos más. Entonces tiene sentido usar la tecnología para conectarnos con el cerebro social y no sólo con el analítico.

A medida que se implementen estas tecnologías, deben ser apropiadas para todas las personas, no solo sensibles al subconjunto de la población utilizada para la capacitación.

Por ejemplo, reconocer las emociones en un rostro afroamericano a veces puede ser difícil para una máquina que está entrenada en rostros caucásicos. Y algunos de los gestos o inflexiones de voz en una cultura pueden significar algo muy diferente en otro grupo cultural.

En general, lo que es importante recordar es que cuando se usa cuidadosamente, los beneficios finales de la tecnología pueden y deben ser mayores que el costo.

Más allá de los avances tecnológicos y la aplicación que generen en determinadas industrias, las emociones no sólo son un referente fidedigno de cómo reaccionamos y a qué, donde subyacen nuestros credos y estilos de vida, sino que nos permite determinar la aproximación más idónea de las marcas a su público real y potencial. Son el eslabón entre retail y consumidor.

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ABANICO/ Revalorar la calidez

Por Ivette Estrada

En la era digital comienza a revalorarse la calidez, empatía o amabilidad en los entornos laborales al unísono con la importancia que se le da a las competencias “blandas”,  durante mucho tiempo relegadas.

En “tipos exponenciales” como se le llaman ahora a nuestros días por la adopción sin precedentes de la Inteligencia Artificial Generativa, se catapultan acritudes y habilidades eminentemente humanas a la par de competencias convencionales de “saber hacer”.

En la reconfiguración de los liderazgos que datan al menos de una década,  el sector empresarial comenzó a vislumbrar el potencial de cada colaborador bajo una óptica más holística y humana. No se trataba sólo de que supieran hacer, sino de quienes era,

Los valores intrínsecos de cada profesionista eran inherentes a todas sus responsabilidades, roles y facetas. Se comenzó a experimentar que una buena persona era crucial para ser un buen abogado, contador, periodista, maestro… era el punto de partida a la calidad y productividad.

Inicialmente, esta simbiosis de éxito ser y hacer, fue un tanto difusa. Estábamos acostumbrados a que éramos unos en el trabajo, otros en la vida personal. El teletrabajo impulsado a raíz de la pandemia mundial de Covid-19 difuminó esta convencional y anquilosada bifurcación con mascotas que se asomaban a las teleconferencias, niños que irrumpían en medio de acuerdos por zoom, sonidos domésticos que se colaban en las llamadas…

Por extraño que parezca, esto nos permitió ver a los otros con mayor empatía. Se impulsó entonces, en medio de la zozobra y el miedo, el liderazgo compasivo. Era esencial para conformar la resiliencia.

Hoy, una fuerte presencia de liderazgo es aquella que transmite calidez y competencia. Incluso, aquellos que muestran altos niveles de «calidez interpersonal» tienen más posibilidades de éxito a largo plazo.

Pero, ¿qué es calidez?

El factor diferenciador. Un estudio de Zenger Folkman que analizó a 50,000 gerentes encontró que la efectividad general de un líder se predice más por la calidez que por la competencia.

Nuestras impresiones de los demás dependen esencialmente de dos características: La primera es la competencia vinculada a la capacidad, éxito, inteligencia. El segundo factor es la calidez. Esto es: ¿Qué tan simpática o confiable parece una persona?

La calidez es una cuestión de percepción, y tiene que estar aparejada de autenticidad para que los demás lo catalogen como real. Ahora, es muy importante que esté aparejada a la competencia. Nadie quiere ser el “tonto simpático” del grupo. Es un papel humillante que todos rehusamos.

Elegir liderar en un momento difícil p tomar riesgos para ayudar a las personas cuando están en problemas construyen reciprocidad y ayudan a transmitir calidez que es diferente según diferentes organizaciones y culturas. El conocimiento de cada grupo es esencial para comenzar a colaborar en él. De lo contrario pueden generarse acciones intrusivas, irrelevantes o rechazadas.

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ABANICO/ No estás solo

Por Ivette Estrada

Ante la incertidumbre y desesperanza, e incluso al enfrentar grandes pérdidas, quienes son conscientes de su espiritualidad y aquellos que profesan alguna religión suelen tener una capacidad mayor de resiliencia. Poseen la convicción de no estar solos.

Ese poder espiritual algunos lo limitan a tener una conexión con algo más grande que uno mismo o un sentido de propósito. Encontrar este significado se asocia con una fuerte salud mental, social y física. Es asumir que nuestra vida está llena de significados.

Esa espiritualidad, que los creyentes asumen como la consciencia de Dios en uno, también tiene un parte pragmática y mundana: una dimensión central de la salud.

Algunos la asocian con seguir una brújula moral interna o encontrar la paz y la calma a través de la meditación. Otros lo ligan a las creencias religiosas o a la conexión con algo más grande que uno mismo y a un fuerte sentido de propósito. Es la capacidad de sentirse arraigado y consciente del momento presente.

A medida que pasa el tiempo, instituciones como las iglesias pierden su relevancia en la vida de las personas. Pero eso no limita el credo en que estamos interconectados con un poder superior. Algunos asumen que esa grandeza es el rencuentro con nuestro propio centro o capacidad de respirar de manera consciente. Para otros es una fuerza interna que nos impulsa a dar lo mejor de nosotros mismos o realizar una obra benéfica para alguien más.

Sin importar el concepto de espiritualidad, que puede conceptualizarse como la mejor versión de nosotros mismos o la faz más luminosa de lo que somos, tiene una incidencia directa y radical en cómo nos sentimos física, mental y emocionalmente. Determina en gran medida la capacidad de generar interacciones más valiosas con otros, de aportar y generar ideas, de asumir que pueden crearse mejores realidades para todos.

La espiritualidad, o salud espiritual como le llaman las consultorías de negocios, es la herramienta más poderosa de la resiliencia. Es la capacidad de clamar al Creador de todo por ayudarnos a salvar escollos que parecen gigantescos. Incluso para enfrentar las fuerzas de la naturaleza en el disfraz de catástrofes atmosféricas, guerras o pandemias.

Espiritualidad en la conexión con Dios, cualquiera que sea su nombre o los ritos para alcanzarla. Y ese indefinible factor tiene la capacidad de volvernos más fuertes, resistentes y capaces. Es lo único que puede obligarnos a dar todo de si, de intentar infinitas veces conseguir un objetivo, de obsesionarnos con la mejora continua y algunas capacidades más mundanas como el reskilling.

La oración, meditación y respiración profundas son las maneras más convencionales de conectar con la espiritualidad, pero también el contacto con la naturaleza, compartir momentos con familiares o amigos o disfrutar el arte.

Por ello, las empresas comienzan a establecer gestiones en las que se proporciona a los colaboradores clases de yoga, tiempo para meditar, círculos de lectura, asistencia a galerías, música relajante y el propio reconocimiento a la espiritualidad.

Esto a través de fiestas de guardar de distintas religiones, tiempo de oración o capillas en la oficina y un profundo sentido de que nuestros credos transforman lo que somos y hacemos. Si. Necesitamos que nuestras deidades permanezcan con nosotros siempre, aún en el trabajo. Necesitamos esa voz que nos asegura :”no estás solo”.

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ABANICO/¿Cuál es tu personalidad?

Por Ivette Estrada

La máscara que elegimos para navegar en esta realidad no es fortuita. Responde a los enlaces invisibles que generamos con nuestros principales valores y credos.

Los valores son los que determinan en gran medida nuestra personalidad, aspiraciones e incluso la manera de trabajar, conformar equipos y amar. Todo es parte del color del cristal con que se mira o nuestro discernimiento de la realidad.

Pese a la unicidad en cada uno de nosotros, el propósito de vida puede generarse a través de sólo nueve valores universales. La manera de combinar cada uno de ellos y la proporción de los elementos que se emplean conforma lo que somos. Estos son los nueve valores:

  • Logro, ambición, éxito e influencia.
  • Conservación, concientización y protección.
  • Cuidado representa servicio, lealtad y cariñoso.
  • Libertad se liga al aprendizaje, exploración e independencia.
  • Respeto se determina por lo que nos tenemos a nosotros mismos y de lo que somos capaces.
  • Tradición, por su parte, está vinculado a ser respetuoso, moderado y humilde.
  • Goce tiene que ver con la variedad, emoción y aventura.
  • Estabilidad, por su parte, es orden, pertenencia y respetabilidad.
  • Igualdad/Justicia está alineado a la inclusión, equidad y armonía.

¿Cuál de estos poseemos y en qué proporción cada uno de ellos? El autoanálisis podría conducirnos a encontrar no sólo vocación sino abrirnos panoramas de posibilidades impensados. Esto podría conllevar a realizar cambios drásticos en el ejercicio profesional o a adecuar nuestras expectativas en lo que ahora realizamos.

Para facilitar el dibujo de nuestro propio paradigma podemos partir de tres de los prototipos más usuales.

Uno de ellos es el espíritu libre que tiende a encontrar significado en situaciones en las que controlan lo que hacen y cuándo lo hacen. Suele trabajar de forma independiente mientras se otorga oportunidades para probar ideas con otros y suele elegir cómo lograr sus metas sin dejar de observar las tradiciones de su familia y cultura.

Sus principales desafíos aparecen al estar atascado con procesos inflexibles, ser censurado en público o presionado a tomar medidas únicamente para aumentar la productividad. Prevalece la libertad, respeto y tradición como sus principales ejes.

Otro prototipo es el triunfador, que encuentra un propósito en la acumulación de recursos sociales o materiales. A menudo encuentra sentido en la superación personal.

Suele abrazar oportunidades para aumentar las ganancias e incrementar estatura a los ojos de los demás, ser la autoridad en un tema e impresionar a los demás, crear oportunidades para la diversión y la emoción.

En contraparte, resultan sus mayores desafíos sentirse invisible o carente de influencia en un grupo, enfrentarse a situaciones de alto riesgo, temer que el fracaso equivalga a humillación o actuar fuera de sincronía con su cultura/religión.

En el prototipo del triunfador prevaleccen el logro, tradición, respeto y goce.

El cuidador es el tercer prototipo universal. Para él tiene sentido elegir cómo y cuándo cuidar a los demás, le importa menos la ganancia material o lo que los demás piensen de ellos.

Es capaz de ayudar a otros o ser mentor de colegas, logran un equilibrio entre el trabajo y la vida personal que brinda oportunidades para responder a las necesidades de familiares y amigos. Poseen una sensación de seguridad y orden.

A la par, les genera incertidumbre estar lejos de la familia y los amigos o aislado de los colegas. En este tipo de personalidad predominan los valores de cuidado y estabilidad y en menos medida los de libertad, goce e igualdad.

Trazar el propio paradigma implica establecer un porcentaje o puntaje de cada uno de ellos según su preponderancia en nuestra vida. Elegir los más representativos y los tres con una importancia significativa pero secundaria. Después de ello se le puede dar al propio paradigma de valores-personalidad un nombre que nos identifique.

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ABANICO/ La cultura del silencio

Por Ivette Estrada

Optamos por callar cuando consideramos que no vale la pena disentir, matizar o enriquecer percepciones, cuando nuestra voz no resulta valiosa, significativa o importante, cuando nos rehusamos a destacar y, si, también cuando percibimos que es parte de la cultura de un país, grupo o empresa, aunque no se diga abiertamente que se privilegia el silencio.

No emitir opiniones ni debatir es parte de la educación. Máxime si formamos parte de grupos minoritarios etarios, de orígenes o credos distintos a quienes ostentan el mando. La exclusión inicia en casa con frases aparentemente inocuas como:

_Esta es plática de adultos.

Con el tiempo esta frase se transforma en que no debemos intervenir si es una conversación que atañe a la C-suite, a quienes detentan el poder político, a los miembros ilustres, a los blancos, a los hombres…a un largo etcétera.

Entonces el silencio se convierte en nuestro escudo y armamento.

Cuando una relación personal se resquebraja al límite, cuando ya no hay posibilidades de entendimiento, cesan de golpe las recriminaciones y lamentos, impera un crudo resentimiento, se impone una peligrosa hostilidad encubierta.

_¿ Te molesta algo?, ¿qué tienes?

_No. Nada.

Y en ese nada está el todo.

En el ámbito corporativo existen dos consignas. Una es abierta y falaz, la que invita a comentar, proponer y disentir. Otra soterrada que es la que se impone cotidianamente: hablar es peligroso.

En reuniones para presentar proyectos y cambios de gestión, el directivo establece pautas a seguir. Como acción inercial comenta:

_ ¿Alguien quiere decir algo al respecto?

La acción esperada y menos peligrosa es bajar levemente la cabeza y negar. Implícitamente es aceptar que todo está dicho.

Un adagio popular, “calladita te ves más bonita”, resume la noción de que la pertenencia a un grupo se paga con el silencio.

Paradójicamente, quien no habla es desdeñado. Es el que menores oportunidades de promociones y recompensas tiene. La voz es un riesgo, pero también en la posibilidad de generar cambios, establecer consciencia y crear nuestra propia reafirmación y crecimiento en una corporación.

Al unísono, el líder que se atreve a escuchar y libera a sus colaboradores de la cultura del silencio, logra librarse de sus propios sesgos y cortoplacismo. Entonces crecerá su percepción y multiplicará ideas y soluciones mientras acentúa el compromiso y colaboración de sus equipos de trabajo.

Develar la propia voz es un ejercicio que empieza con el autoconocimiento, con develar quiénes somos, qué queremos y para qué. El preludio de expresar cualquier cosa es la conversación continua con uno mismo y la atención plena al momento presente. Esos son los elementos que volverán nuestra voz fuerte, convincente y sin amagues.

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ABANICO/ ¿Cuánto vales para los demás?

Por Ivette Estrada

La evaluación de un líder tiene tres dimensiones o focalizaciones sobre el tipo de capital que posee según el doctor Tomas Chamorro-Premuzic, autor de ¿Por qué tantos incompetentes se convierten en líderes y cómo solucionarlo?

Los tres tipos de capital son intelectual, social y psicológico. Tales factores nos permiten “calificar” el potencial y valor de un profesionista, pero también establecer parámetros de autocrecimiento y focalizarnos en nuestras áreas potenciales.

El capital intelectual es el conocimiento, pericia, habilidades y experiencia. De una manera simplista podríamos definirlo como “todo aquello que se puede reportar en un currículum o en el perfil de LinkedIn”. Incluye títulos, capacidades, idiomas, reconocimientos, autoría de artículos periodísticos o libros, entre otros.

De ahí la importancia de actualización, prácticas e incluso activismo social para permanecer “vigentes”.

El capital social representa nuestros contactos y acceso a distintas personas. Si durante la década de los 50 y 60 se asumió que «los contactos significan contratos», la idea que aún prevalece es que cuanta más gente conozcas, más éxito tendrás.

Esto demuestra la importancia de cuidar e incrementar nuestras redes y establecer “lazos” con personas de nuestra industria y de otros sectores económicos. Incluso con personas de distintas profesiones Entre más heterogéneo es nuestro grupo de contactos, mayor el es la percepción de éxito que se transmite.

El capital psicológico, por otra parte, significa su capacidad de aprendizaje, curiosidad, determinación, resiliencia, autocontrol, inteligencia emocional, empatía e integridad. A cualquier organización le interesa centrarse más en esa parte y menos en las otras. Lo consideran más personal y en términos comunes es sinónimo de la aptitud o enfoque natural para procesar hechos y entornos.

Ahora, conviene reflexionar sobre nuestra riqueza personal en cada una de estas tres áreas y fortalecerlas continuamente. Es parte sustancial para incrementar nuestro valor personal y de mercado.

El capital tripartito es lo que conforma nuestra marca personal y la percepción que corporativamente o en cualquier grupo se tiene de cada uno de nosotros.

La educación formal es sustancial, pero también nuestra capacidad de involucrarnos con distintos grupos de personas, generar alianzas y apoyo, y estar siempre abiertos a las posibilidades que nos brinda la vida. Esos tres ejes pueden ser el eje de partida para catapultarnos intrínseca, pero también abonar a una imagen de nosotros ante el mundo.

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ABANICO/ UGC, el objeto del deseo

Por Ivette Estrada

El UGC o contenido generado por el usuario, cautiva a los mercadólogos y momento a momento se consolida como objeto del deseo entre las marcas.

¿Qué tiene de atractiva esta tendencia de mercadotecnia digital? Que reúne los atributos más buscados en cualquier implementación: Legitima marcas y consolida los valores asociados a una empresa. ¡Puede considerar la versión más acabada y perfecta de la publicidad de boca en boca!

Su creación responde a la naturaleza innegable de socialización: solemos compartir experiencias e ideas, nos interesa validar nuestros conceptos y apreciaciones con otros. No es sorprendente, entonces, que en nuestro rol de consumidores, confiemos más en el contenido de pares que en el creado por las marcas.

Ahora, la gestión del UGC tiene tres momentos claves: creación, moderación a lo largo de su implementación y entrega al consumidor final.

La creación de UGC es la parte inicial del proceso. Aqui es donde los clientes o usuarios generan y cargan inicialmente su contenido en cualquier interfaz que sea utilizable por la marca. Se presupone entonces que las marcas deben proporcionar una forma intuitiva y fluida de contribuir, pero para asegurar que el proceso de creación sea fluido, no deben atiborrar al consumidor de estipulaciones, pues se corre el riesgo de que los usuarios opten por no crear nada en absoluto.

Segundo momento: Al obtener UGC de los canales sociales, se puede extraer contenido de los feeds personales de los usuarios si una marca está etiquetada o mencionada, o si el hashtag de una campaña está en el pie de foto. Es permiso suficiente para aprovechar y promover el UGC.

Ahora, antes de publicarlo, de manera sistemática debe eliminarse el  contenido inapropiado, ofensivo o contrario a los valores de marca.

El tercer momento es cuando se entrega al consumidor final. Es necesario monitorizar el impacto que se tiene en el público objetivo: Las métricas on line son bastas para determinar si un contenido específico se ve, gusta, genera acciones como compartir o da pie a una conversación.

Desde los canales principales como Instagram, Facebook y Twitter hasta otros como TikTok, YouTube y aplicaciones de citas, se tiene una idea general del contenido creados por los usuarios de las redes sociales.

Pero el impacto está determinado en gran medida por el contenido que se comparte. Los de tipo informativo generan mucho interés. Para ello, se deben aprovechar datos cuantificables y susceptibles de verificar, acompañarlos con recursos visuales atractivos, ser concisos en la información, ofrecer fuentes de información y emplear imágenes.

El vídeo es el contenido preferido por los jóvenes y que las redes sociales influyen en las decisiones de compra de las generaciones Punto Com y Z. Las infografías, viñetas y numerilandias generan interés por parte de usuarios de redes sociales profesionales como Linkedín mientras Instangram y Facebook privilegian las fotografías y estampas. En cualquier caso, la información gráfica es muy importante.

Otro tipo de información que buscan los usuarios es el entretenimiento. Busca generar sentimientos y afecciones en el consumidor. Por eso apela a sus gustos, intereses y tendencias de consumo.

Este tipo de contenido se genera a través de temas de actualidad, detonar emociones positivas en los consumidores, colaborar con personajes de fenómenos mediáticos, aprovechar el humos y recursos como memes y frases coloquiales, así como emplear un lenguaje muy sencillo.

Ahora, para que los públicos compartan contenido puede ser a través de invitaciones directas, retos y concursos. Se incentivan mediante diferentes premios: ser parte de las publicidad de la marca, considerarse en parte de los paneles para probar nuevos productos, asistir a premieres y un largo etcétera.

La imaginación en la única barrera para lograr el codiciado objeto del deseo: Habla de mi.

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ABANICO/¿Gerente o miss simpatía?

Por Ivette Estrada
La dicotomía no es vana: erróneamente muchos asumen que un puesto gerencial implica ser amigo de todos e incluso convertirse en terapeuta de los miembros del equipo de trabajo. Hay quienes incluso se autoimponen la utópica tarea de resolver los problemas personales de sus colaboradores.
De manera intuitiva se asumen muchos falsos supuestos del nuevo rol. Pero nadie habla de ellos. Quienes erran no meditan muchos en las causas del fracaso y quienes logran posicionarse bien en este escalafón no suelen divulgar sus hallazgos. ¿Qué verdades se guardan en la cofradía gerencial?
El primero es una paradoja: ascienden en la escala corporativa por tu buen desempeño profesional y brillo personal. Así que los jóvenes profesionistas se empeñan en descollar y acumular triunfos.
Desde la universidad saben que compensaciones, reconocimiento y ascensos se ligan a convertirse en una “estrella”. Y si. Esto suele ocurrir. Lo que nadie dice es que los mejores gerentes deponen su obstinación al reconocimiento y laureles personales en pos de catapultar las habilidades y logros de los otros. Las estrellas corporativas deben renunciar a su propio brillo para obtener los mejores resultados de cada miembro de su equipo.
Pero el paréntesis al ego profesional sólo es el comienzo de la carrera gerencial. El gran mito de ser amigo de todos pronto se resquebraja. El puesto gerencial implica establecer relaciones personales de manera diferente. Cordiales pero distantes.
La razón es una; el trabajo es generar resultados, cumplir métricas y plazos, no buscar decisiones que agraden a todos y los haga querernos. ¡Por qué tenemos tan arraigado el ideal de ser miss simpatía o el amigo de todos?
Ascender a la gerencia también es aprender a poner límites. Esto es: cesan cotilleos y confidencias. Ahora se es parte de la dirección de la empresa y esto implica mantener la información confidencial resguardada, anteponer sesgos personales por el bien de las marcas que se representan, establecer comportamientos y gestión empresarial sobre la camaradería.
La claridad de comunicación es crucial. Desde el principio deben clarificarse necesidades y expectativas en cada puesto de trabajo, establecer límites de actuación y ser puntuales en las fechas de entrega.
En suma: quien aspira a la gerencia debe renunciar a cosas que parecen conspicuas pero resultan trascendentales:
Dejar de ser la estrella del equipo enfocada en sus propios logros para ceder a una tarea más opaca y tal vez menos glamorosa: ayudar a los demás a lograr sus metas.
Buscar ser amado. El rol implica objetivos claros, no lanzarse en pos de la aprobación generalizada.
Entablar comunicación puntual y clara en lugar de charlas intrascendentes de pasillo.
Establecer límites: ya no eres uno más del grupo de camaradas. Ahora deben enfatizarse las metas institucionales.
Por supuesto, renunciar al rol de miss simpatía no implica un viraje absurdo al liderazgo coercitivo o distante, sino a priorizar objetivos, decisiones y políticas alineadas con la visión empresarial. Y esto conlleva empatía e incluso compasión, pero jamás el involucramiento personal. Pero esto nadie te lo dirá.

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ABANICO/ Rutinas: el sendero de las sombras

Por Ivette Estrada

Habituarse a personas, trabajo y placeres es renunciar silenciosamente a la vida. Es permitir que se apaguen los retos y el disfrute. La rutina implica comodidad, pero también sumergirnos en lo predecible y anodino. Es renunciar a crecer, crear y sorprendernos.

Demasiada comodidad en los trabajos y relaciones puede simbolizar “apagarse” de una manera imperceptible pero no menos inexorable. Es un fin inminente y, paradójicamente, se tiende a habituarse a cosas buenas, pero también malas.

Si sólo representara un cese de brillo se abrazarían las rutinas. Pero el habituarse es “anestesiar” todo y se lesionarán relaciones personales, carreras, salud mental y cómo funciona la sociedad.

En el afán de buscar comodidad y facilitar quehaceres consuetudinarios, tendemos a una automatización inconsciente. Puede observarse con los saludos indiferenciados, asumir el cumplimiento de reacciones y respuestas a priori, catalogar a las personas por tipologías, tender a un orden y cumplimientos inamovibles.

La excesiva inercia puede catalogarse de un síndrome zombie o “muerto en vida”. Es bajar los brazos ante nuevos retos, renunciar a buscar opciones, aspirar a más, renovar relaciones, aferrase a lo “malo conocido” en lugar de lo bueno por conocer.

Es encerrarse en lo ya establecido y probado, optar por respuestas conservadoras, aferrarse a lo que ya se posee…

Si durante mucho tiempo prevaleció esta mentalidad de conservación, hoy resulta inoperable ante los ambientes cambiantes e imprevisibles que vivimos. Esto porque cuando se tiende a perpetuar acciones que resultaron bien en el pasado impide reaccionar a nuevos retos e irrupciones.

El aletargamiento de la rutina se endilgó a los mayores antaño. Hoy la misma senilidad se reinventa. Se asume como vida con virajes y continuos cambios, con la restructuración incesante de roles, con nuevos retos, con infinidad de opciones. Estar atentos a cada manifestación de tendencias y vida implica abrazar la proactividad y visualizarnos como generadores de la vida que queremos, asumirnos como artífices de destino.

Rehusarnos a vivir de rutinas predispuestas y hábitos anquilosados es negar que instante a instante cambiamos, que la evolución se experimenta momento a momento, que el cambio es sinónimo de vida.

Acostumbrarse es morir. Es la persistencia a mundos que se transforman momento a momento y que no queremos verlos. ”Colgar los hábitos” es la invitación a afrontar que somos creadores de la vida que deseamos.

Implica realizar pequeños cambios: animarnos a probar nuevas recetas, ir a iglesias de distintos cultos, atrevernos a entablar conversaciones con personas diferentes a nuestro círculo, estar abiertos a escuchar nuevos enfoques y perspectivas de personas con distintas ideologías a la nuestra.

Cuando asumimos que la diversidad es grandiosa y que todas las personas son únicas, dejamos anquilosadas costumbres que apagan nuestra autenticidad, pero también descubrimos en nosotros nuevos dones y fortalezas desconocidas hasta ahora.

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ABANICO/ Los ojos del eCommerce

Por Ivette Estrada

El eCommerce realiza una acción trascendental: observa atentamente el comportamiento del consumidor. Su mirada devela las pautas para modificar la gestión de empresas y adaptarla a nuevos hitos de predilección y consumo.

Así detecta tendencias como la conveniencia, la búsqueda de experiencias de comprar rápidas y fáciles, opciones de pago seguras y políticas claras de devolución, por ejemplo.

Asimismo, asume que la personalización es más importante que nunca y descubre el interés de los consumidores por el impacto ambiental de sus compras.

Este “big brother” detallista, como se le llama al eCommerce, impone nuevos paradigmas de negocio como la logística inversa. Esto contempla los procesos de reciclaje, reutilización de materiales y componentes, eliminación de residuos y operaciones de reacondicionamiento, reparación y re-fabricación.

¿Cómo logra ver tantas pautas de comportamiento el eCommerce? Estos son algunos de sus ojos:

Google Analytics: Es una herramienta esencial para el análisis web. Proporciona datos detallados sobre el tráfico del sitio, comportamiento del usuario, conversiones, páginas más visitadas, entre otros detalles. Además, puede rastrear métricas como el número de visitantes, tiempo de permanencia en el sitio, páginas más visitadas, fuentes de tráfico y conversiones.

Mapas de calor (Heatmaps): Herramientas como Hotjar o Crazy Egg permiten visualizar dónde hacen clic los usuarios en el sitio web, cómo se desplazan por las páginas y qué partes del sitio reciben más atención. Hotjar, por ejemplo, brinda la posibilidad de visualizar grabaciones de pantalla de los usuarios, mapas de calor y análisis de embudos de conversión. Estos datos permiten entender cómo los usuarios interactúan con el sitio y a identificar posibles áreas de mejora, como el diseño y la usabilidad.

Pruebas A/B (A/B Testing): Realiza pruebas A/B para experimentar con diferentes variaciones de las páginas de destino, botones de llamada a la acción, imágenes de productos…para determinar qué versiones generan mejores tasas de conversión.

Análisis de embudos de conversión: Utiliza herramientas como Google Analytics o plataformas de comercio electrónico integradas para analizar el embudo de conversión del sitio. Así identifica en qué etapas del proceso de compra se pierden los clientes y permite mejorar la experiencia de compra.

Seguimiento de eventos: Configura el seguimiento de eventos en tu sitio web para rastrear acciones específicas de los usuarios, como hacer clic en un botón de agregar al carrito, reproducir un vídeo o completar un formulario. Esto genera información detallada sobre cómo interactúan los usuarios con diferentes elementos del sitio.

Encuestas y comentarios: Se pueden utilizar herramientas como SurveyMonkey o Google Forms para diseñar encuestas y recopilar respuestas.

Todo esto mira el eCommerce mientras adopta tecnologías emergentes como la realidad aumentada y la virtual. La enseñanza es una: observar.