Las autoridades sanitarias suecas recomendaron este lunes la inoculación de una cuarta dosis de vacuna anti-covid a todas las personas mayores de 80 años, así como para quienes residan en hogares para ancianos al margen de su edad.

Muy pocos países en el mundo han lanzado campañas de una cuarta dosis, dado que aún están en pleno apogeo las correspondientes a la tercera, para lograr inmunidad (colectiva) ante el virus.

Esta recomendación también atañe a las personas que reciban atención a domicilio, sin importar tampoco  su edad, de acuerdo la Autoridad de Salud Pública, que diseña la estrategia de este país nórdico contra covid.

Además, precisa que esta nueva vacuna de refuerzo debe inocularse al menos cuatro meses después de haber recibido una tercera.

“La capacidad de reacción del sistema inmunitario frente a la vacuna para crear una protección duradera disminuye con la edad. Un refuerzo aumenta esta protección”, destaca en un comunicado Anders Tegnell, epidemiólogo en jefe sueco.

Otros países, como Israel, Dinamarca y España también han anunciado que implementarán una cuarta dosis para personas vulnerables y/o mayores.

No obstante, Dinamarca dejó claro el viernes que no proyecta inocular una cuarta a otros grupos de su población, ni tampoco una tercera a los menores de 18 años.

Las autoridades sanitarias danesas señalaron que trabajan “para diseñar un plan para la detención de la vacunación”, cuyo calendario se hará público a fines de febrero.

En Suecia, más del 85% de los mayores de 80 años han recibido una tercera dosis de suero, así como casi el 55% de quienes tienen más de 18.

El 9 de febrero, el más poblado de los países nórdicos levantó todas sus restricciones contra el coronavirus, a pesar de constatarse un gran número de casos por la variante ómicron, argumentando que la protección fruto de la vacunación llevó a la pandemia “hacia una nueva fase”, haciéndolas menos perentorias.

Precisamente, Suecia se ha distinguido durante la pandemia, en su primera fase en particular, por la flexibilidad en su estrategia sanitaria, sin imponer confinamientos ni el uso de mascarillas.

Con casi 16,500 muertes sobre algo más de 10 millones de habitantes, su balance es levemente inferior a la media europea, pero claramente superior respecto a los de sus vecinos nórdicos (Dinamarca, Noruega y Finlandia).

La mala protección constatada en residencias para ancianos durante la primera fase de la pandemia fue particularmente subrayada en el informe de una investigación específica.