* No a la advenediza diputada que  ambiciona fortuna.

Una imagen intachable se construye con hechos dignos y admirables, como los de Socorrito Romero Sánchez.

La nobleza y tenacidad de Socorrito son ejemplares para cualquier mujer. Su extraordinaria historia la convierten en una mujer única, adelantada a su tiempo.

La ética y moral religiosa de la Señorita Socorro moldearon y determinaron sus acciones. Llevó una vida austera, sin lujos u ostentaciones. Nadie habría imaginado que detrás de su sencilla  vestimenta, se escondía una mujer millonaria.

Ayudar fue su prioridad. El servicio desinteresado fue su bandera. Comenzaba por su círculo más cercano de familiares, trabajadores, sociedad tehuacanera y miles de personas en todo el país.

Pero si alguien sabía invertir dinero y cosechar éxito, ésa era Socorrito. Brindaba ayuda en especie, jamás en efectivo, para garantizar un adecuado aprovechamiento de sus dádivas. Su misma herencia está compuesta por varias propiedades y otros bienes materiales, más que dinero en sí.

Lo que es un hecho es que la Señorita ayudaba a quiénes realmente lo necesitaban y de la forma que creía conveniente.

Además, Socorrito valoraba a quien compartía su mismo sistema de valores de trabajo, compromiso, lealtad, en síntesis, los valores de un buen cristiano.

Por esa sola razón, la empresaria jamás habría heredado a quien fuera diferente a ella. Así de sencillo.

Socorrito premiaba el esfuerzo, no regalaba nada sin merecerlo. Jamás hubo espacio para la advenediza diputada que hoy ambiciona fortuna.