-Es fundamental que pensemos y dialoguemos, una y otra vez, hasta que comprendamos las mejores formas de convivencia

-Nunca volveremos a pensar que el destino está escrito por unos para ser vivido por otros.

Al participar en la Sesión Solemne en “Conmemoración de los hechos ocurridos el 2 de Octubre de 1968”, Pablo Trejo Pérez hizo un llamado a la sociedad a reflexionar sobre la importancia de la democracia y el diálogo, y recordó que el 2 de octubre “no se olvida”, porque sus enseñanzas permanecen vivas en la lucha por una sociedad más justa y equitativa.

El legislador señaló que “conmemorar hechos de muerte, específicamente de asesinato, es un acto difícil, paradójico. Lo primero que pudiéramos desear es que aquello que conmemoramos no hubiese sucedido; sin embargo, la dignidad de la memoria es terca, y es la que históricamente nos recuerda y nos sitúa en la más alta condición de la vida: la de ser humano. Con ello, nos obliga a rememorar a nuestros compañeros, a quienes cayeron luchando por un futuro mejor”.

Manifestó que hoy se conmemora “a los jóvenes del 1968 mexicano, una generación que para muchos de nosotros representa a nuestros padres biológicos, políticos e ideológicos. Fue una generación que luchó por las libertades, por los derechos, incluso por aquellos que aún no existían. Sus discursos estaban llenos de coraje, el coraje necesario para modificar su presente. Ese sano coraje que pretendía mantener viva la esperanza de su futuro, que es el espacio-tiempo en el que hoy vivimos”.

“En esta ocasión, me viene a la memoria una dignísima analogía universal: el asesinato de Miguel Servet, condenado a la hoguera de Champel en Ginebra, solo por pensar diferente. Su pecado fue querer dialogar con el poderoso de su tiempo, sin lograrlo, y atreverse a plasmar sus ideas en un libro. Su condena, ordenada por Calvino y disfrazada de resolución del “Petit Conceil”, se debió a sus diferencias teológicas, entre ellas su visión sobre la Santísima Trinidad y su creencia de que el bautismo debía ser recibido por adultos, quienes lo vivieran como un acto de contrición y reflexión sobre su presente y futuro.

“Somos herederos de una cultura que ha conjugado varias traducciones de la palabra dolor, personal, social, nacional e internacionalmente. Castellio, uno de los primeros defensores de los derechos humanos, defendió a Servet antes y después de su muerte, escribiéndole a Calvino: «Matar a un hombre, no será nunca defender una doctrina, será siempre matar a un hombre.»

“Miguel Servet fue víctima de argumentos falaces, igual que los jóvenes de 1968. Fue perseguido, encarcelado y asesinado, igual que los jóvenes de 1968. Si en la democracia tienen valor los triunfos por un solo voto, es porque la vida de una sola persona es tan importante como la razón de existir de la mayoría. No hay mayoría sin el uno a uno, y esto es algo que debemos recordar siempre”, dijo Trejo Pérez.

Para el diputado de Iztacalco, ni Servet, ni los jóvenes del 68 mexicano lograron lo que sí consiguió el movimiento estudiantil de 1986-87, el cual logró abrir un diálogo público entre estudiantes y autoridades, entre mayores y jóvenes, entre quienes detentaban el poder burocrático y quienes conformaban un poder social en las calles.

Aseveró: “Al comparar la muerte de un solo hombre, Servet, con el asesinato de los estudiantes el 2 de octubre de 1968, quiero destacar que, a pesar de los 414 años que separan ambos hechos, el sistema político mexicano en 1968 no parecía haber aprendido nada. La cobardía, el temor y el conservadurismo más bárbaro se reflejaron en sus actos, demostrando la falta de evolución política y social”.

Para Trejo Pérez estamos en un periodo de transiciones profundas, por lo que “es fundamental que pensemos y dialoguemos, una y otra vez, hasta que comprendamos las mejores formas de convivencia. Estamos mandatados para ello. Ahora, más que nunca, la ciudadanía está empoderada y empoderándose. El pueblo está protagonizando su presente y su futuro. Nunca volveremos a pensar que el destino está escrito por unos para ser vivido por otros”.

Aseguró que “a nuestros compañeros de 1968 quisieron asesinarlos y los asesinaron; quisieron borrarlos de nuestra memoria y no lo lograron. Quisieron enterrar sus vidas, sus enseñanzas y sus luchas, pero ellos se convirtieron en la semilla de lo que hoy somos”.

Culminó diciendo: “Con todo respeto y admiración, levanto mi puño para decir que nunca los olvidaremos, compañeras y compañeros. Diputadas y diputados, les pido que se pongan de pie, para recordar con toda la dignidad que sólo es propia de quienes han dado la vida por la sociedad, y para gritar juntos en su memoria: “¡2 de octubre no se olvida!».