PULSO

Eduardo Meraz

La extraña mescolanza de economía moral y humanismo mexicano mantiene intocados los fundamentos del aborrecido -de dientes para afuera- neoliberalismo, lo cual se ha traducido en un permanente déficit fiscal y el congelamiento de inversiones foráneas. Los caprichos y ocurrencias económicos de Palacio Nacional han vuelto más caro el caldo que las albóndigas.

Esa es la razón por la cual los iniciales paquetes de inversión en infraestructura, estimados en 1.5 billones de pesos, quedaron enterrados en los jardines de la fortaleza palaciega y sus obras insignia, además de su escasa viabilidad, han resultado leoninas para los mexicanos, por sus altísimos costos.

Es decir, el presidente sin nombre y sin palabra, para decirlo en los términos que entiende a la perfección, ni picha, ni cacha y tampoco deja batear; fustiga a los seguidores del modelo anterior, pero les pide frías -inversiones- y les ofrece canonjías -no aplicar una política fiscal progresiva.

Y si bien se logró un acuerdo para que Tesla se instalara en México, en el lugar no deseado por el titular del ejecutivo, la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) aseguró que podrían llegar a nuestro país más de 35 mil millones de dólares, pero las consultas en materia energética por presuntas violaciones al T-MEC, mantienen frenadas estos capitales.

Durante la presentación de los resultados de Data Coparmex 2.0 al tercer cuatrimestre del 2022, en cuanto al indicador Ánimo para Invertir, se manifestó una reducción de 2.6 puntos porcentuales, respecto al 2021, ante la falta de condiciones de igualdad entre las empresas de las tres naciones.

Asimismo, la organización México Evalúa señaló en un análisis que al cierre de los 4 años de gobierno del mandatario totalmente palacio virreinal, México presenta el mayor endeudamiento promedio de las anteriores cinco administraciones, medido como déficit del sector público.

Durante la gestión cuatroteísta, en promedio se ha recurrido a endeudamientos por 756 mil millones de pesos cada año, 2.7% del PIB, monto que representa el doble del gobierno de Felipe Calderón. Además, prácticamente desaparecieron los recursos de los fondos de estabilización, proporcionalmente se registra una baja recaudación y un aumento en la deuda pública.

Por lo visto, al mandatario le gusta andar a los tumbos; el desprecio al neoliberalismo se ha convertido en apapachamiento a ciertos grupos del capital privado, y su humanismo a la mexicana ha implicado que los sectores populares paguen, proporcionalmente, más impuestos que las clases altas.

He dicho.

 

EFECTO DOMINÓ

A tres años del inicio de la pandemia de Covid-19, ¿ya rendirán cuentas del número exacto de decesos y de los apoyos económicos entregados a los deudos o también los van a reservar?

 

[email protected]

@Edumermo