PULSO

Eduardo Meraz

A riesgo de ser incluido en el selectísimo grupo de “mala entraña”, al estilo Juanito Alimaña -como cantaban Héctor Lavoe y Willie Colón-, por descreer de la bondad, ternura, amor al prójimo y mentiras piadosas del presidente totalmente palaciego y sus apóstoles, debo decir que él es el principal instigador del divisionismo entre los mexicanos.

Por supuesto, el mandatario innombrable y su claque se ubican del lado de los buenos, de las blancas palomas incapaces siquiera de buscar cómo enriquecerse, o adquirir varios bienes raíces, ni lucir relojes de miles de pesos. El espíritu franciscano permea y es asumido con resignación por los principales cabecillas del cuatroteísmo, inclusive más allá de la medianía juarista.

En el extremo opuesto -supuestamente azuzados por una minoría rapaz- están los conservadores, fifis, golpistas, aspiracionistas que han perdido privilegios y desean a toda costa expulsar a los mexicanos del edén al cual han arribado gracias a la magnificencia del titular del ejecutivo.

Y ciertamente, un buen número de compatriotas han visto descender sus niveles de vida como resultado de un gobierno malo, pésimo administrador y caprichoso, cuyas políticas se han traducido en el empobrecimiento de prácticamente todos los sectores.

Claro, sin llegar al extremo de únicamente traer 200 pesos en la cartera o contar con un par de zapatos y unas cuantas mudas de ropa. Tal vez eso explique su no celebración del peso fortachón, pues no les alcanza para comprar un buen número de alimentos, reducir su consumo o adquirir productos de baja calidad.

Resulta inconcebible para el habitante temporal de Palacio Nacional la existencia de gente facciosa, golpeadora, incapaz de reconocer los milagros del cuatroteísmo, como que el 85 por ciento de los trabajadores de este país con dificultades ganan dos salarios mínimos y únicamente el uno por ciento perciba más de cinco.

El casi paraíso vislumbrado desde Palacio Nacional para muchos sectores de la población es tratar de impedir caer en el infierno de la violencia y la inseguridad, pues está comprobado que los abrazos a la delincuencia organizada se han traducido en más de 161 mil muertos en casi cinco años y más de 40 mil desaparecidos.

Para el presidente sin nombre y sin palabra basta decir que el gobierno ni siquiera ha ofendido o fustigado a sus adversarios, para negar hechos. Tal afirmación pierde sentido, si el propio mandatario debe girar instrucciones a sus seguidores para no molestar a sus adversarios, en especial a quien podría ser la candidata presidencial de la oposición.

Los asesinatos de decenas de periodistas, líderes sociales o actores políticos son interpretados en el palacete virreinal como simples los gajes del oficio de ejercer el “pinchi poder” -Mario Marín, dixit-, pues es imposible distinguir entre los “queda bien” y la delincuencia organizada, cuyas acciones siempre son favorables al oficialismo.

Los Juanito Alimaña llevan más de cuatro años alimentándose del fruto prohibido de la impunidad y la omisión de las autoridades. “Y siempre se alinean / con el que está arriba”.

He dicho.

 

EFECTO DOMINÓ

Mientras el Fondo Monetario Internacional mejora las perspectivas de crecimiento económico para México en 2023, ubicando el indicador en 2.6 por ciento, el INEGI revela que la economía del país dejó de crecer en mayo.

 

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