La diputada morenista no puede explicar cómo se incrementó su fortuna

El lujoso nivel de vida de la diputada no está justificado por su salario

La Monina está acostumbrada aganarse la vida con trampas, fraudes, cobros por debajo del agua, comisiones, robo de herencias y otras fechorías. Caras vemos, mañas no sabemos…

La diputada decidió parecer austera para emular a Socorrito y que la gente asocie un supuesto parecido físico entre ambas. En la mayoría de eventos públicos la Señora Garci-Crespo se recoge todo el cabello dejando su frente al descubierto, como lo hacía la fallecida Señorita Socorrito Romero. Pero de una a otra hay un abismo de diferencia. No hay comparación alguna.

Sin duda Socorrito sí fue millonaria y conservó siempre un estilo de vida austero y simple al extremo. Jamás supo de lujos excesivos. En 2021 se levantó una denuncia ante la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) contra la entonces conocida como Olga Lucía Romero Garci-Crespo por varios ilícitos entre ellos suplantación de identidad y enriquecimiento ilícito.

Según se lee en la demanda, la diputada tiene por costumbre comisionar para favorecer iniciativas o adelantar procesos en la Cámara de Diputados. Se presume además que la Monina consigue apoyos federales a cambio de su “mochada” en cada asunto.

La demanda señala además que la diputada ha incrementado substancialmente su fortuna desde que asumió el cargo público en el partido Morena. Según parece, no cuadran las cuentas entre los lujos que lleva la diputada y sus ingresos.

La diputada abrió un par de restaurantes en Tehuacán, Puebla donde figura como propietario su esposo Armando Zavaleta uno de ellos, Puerto Romero, ha servido de punto de reunión entre los abogados de la injusticia y María Elvira Celis, hija pródiga de la heredera legal. para acordar los pasos a seguir para adueñarse de la fortuna de Socorrito.

Los restaurantes funcionarían como puntos de distracción y muy seguramente de lavado de activos. Los conocidos sitios son la fachada perfecta para blanquear el dinero que ingresa de forma misteriosa a las cuentas de la Monina. Pero parece que la Monina no ha podido justificar, hasta hoy, la limpieza de su patrimonio.