PULSO

 Eduardo Meraz

En tanto el presidente totalmente Palacio Nacional se desgañita por la defensa de la soberanía nacional, Estados Unidos avanza con sigilo, pero de manera eficaz en definir la agenda, evitando marrullerías y revisando bajo la alfombra, a fin de alcanzar el cabal cumplimiento de los términos en los cuales fue pactada la misma.

Las cada vez más frecuentes entrevistas entre enviados del gobierno y congreso norteamericanos, ya no con sus pares mexicanos, sino con el mismísimo mandatario, incluidos los domingos, revelan la resistencia del cuatroteísmo a dejar atrás prácticas poco claras.

Acostumbrado al chantaje y la persuasión con grupos y sectores domésticos, el ejecutivo sin nombre y sin palabra trata de retrasar o, de ser posible, renegociar compromisos adquiridos con su principal socio comercial, ya sea en el marco del T-MEC o de manera bilateral.

Ante el tortuguismo mexicano en materia laboral, ambiental, combate al narcotráfico y crimen organizado, así como en el rubro energético, el gobierno estadounidense ya no está dispuesto a ampliar plazos. Y está dejando muy claro el agotamiento de su paciencia.

Así, en menos de una semana, congresistas y funcionarios ya han sostenido tres encuentros tres, con el habitante temporal del palacio virreinal y miembros de su gabinete, para hacerles sentir sus exigencias y, al mismo tiempo, su inquietud por las condiciones en que se encuentra la corrupción, la impartición de la justicia y la democracia.

Poco importa a la parte norteamericana el tono destemplado del discurso presidencial, el cual es utilizado como alfombra mágica, para esconder la elevada permisividad del oficialismo en los tres aspectos mencionados en el párrafo anterior.

Sin necesidad de caer en los exabruptos del tabasqueño, la agenda norteamericana empieza a avanzar como lo demuestran los recientes aumentos salariales a empresas estadounidenses del sector automotriz asentadas en México, como parte del compromiso laboral de que en mayo deben estar regularizados contratos colectivos y representación sindical.

En este contexto se debe entender la determinación del Banco del Bienestar de cancelar su servicio de recepción de remesas, pues existen sospechas de lavado de dinero del crimen organizado y partícipe en esquemas de financiamiento poco claros, utilizando los servicios ofrecidos por dicha institución financiera.

Asimismo, la administración Biden ha endurecido su política migratoria, forzando a México a aceptar condiciones incómodas, inclusive más ríspidas a las aplicadas por Donald Trump, como la aceptación de la ampliación del mecanismo “quédate en México” y el aumento significativo de repatriaciones de mexicanos, estimado en 1.3 millones durante el año pasado.

El tema del fentanilo es, quizá, el más visible y donde los desacuerdos son más notorios y evidentes, no sólo por la porosidad en las aduanas y los no óptimos resultados de las fuerzas armadas y Guardia Nacional, sino por el estatus legal de Ovidio Guzmán López y Caro Quintero, que son reclamados por el gobierno norteamericano.

Y mientras, para regocijo del ejecutivo mexicano, en Estados Unidos hicieron un reconocimiento a la labor desarrollada por el Instituto Nacional Electoral (INE) y su contribución a la democracia; postura diametralmente opuesta a la sostenida por el presidente sin palabra.

El sueño de contar, al menos en el discurso, con una alfombra mágica que le permita al mandatario totalmente palaciego ponerse por encima de los conflictos, tanto internos como con su principal socio, se ve difícil de materializarse y tal vez ni siquiera le alcance para ocultar sus pecados.

He dicho.

 

EFECTO DOMINÓ

En el marco de una avalancha de encuestas, serias y a modo, se registró Alejandra del Moral como candidata a la gubernatura del estado de México, donde resaltó que por primera vez una candidatura aliancista –“Va por México”- se convertirá a su vez en el primer gobierno de coalición mexiquense.

 

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