Por Teófilo Benítez Granados, Rector del Centro de Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Criminológicas (CESCIJUC)

Las nuevas tecnologías irrumpen en el campo de la educación. ¿Qué beneficios, riesgos y papel deberían desempeñar quienes educan?
Si durante mucho tiempo la tecnología se señaló como una gran amenaza para la educación, hoy habrá que replantear sus aportaciones y relevancia.
En retrospectiva, con la llegada de las calculadoras, durante el apogeo de Google y la aparición de Wikipedia se asumió que incidirían negativamente en la educación. Hoy presenta otro desafío: adaptarse a las nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial generativa.
Hasta ahora, en los salones de clases se solicita a los estudiantes que generen un texto sobre un tema a elección con la ayuda del chatbot y luego encuentren los errores. Pero también podría usarse para abordar temáticas de manera más interactiva, generar debates y contrapuntos, organizar planes de estudios personalizados y otros.
Asimismo, organizaciones como la Sociedad Internacional para la Tecnología en la Educación (ISTE, según sus siglas en inglés), es una organización sin fines de lucro que incentiva el uso de la tecnología en la enseñanza.
La información que antes se entregaba en las aulas, está ahora disponible en todas partes: primero en Internet, ahora en los chatbots. Lo que los educadores deben hacer ahora es mostrar a sus estudiantes no solo cómo encontrarla, sino en cual información confiar y en cuál no, y cómo distinguir la diferencia.
Empero, aún en economías desarrolladas visualizan estas herramientas como “trampas” para aprobar exámenes universitarios. A tal grado que se impide su uso en universidades de Los Angeles, Estados Unidos, pero también Francia y en algunas economías emergentes como la India.
En sí, existe un problema de regulación y tenemos que ser respetuosos con la necesidad de las universidades y escuelas de proteger la integridad académica y educativa. Pero la prohibición a emplear ChatGPT para generar contenidos. Esto, sin embargo, puede representar ceguera ante los cambios que produce la tecnología.
El riesgo es el rezago, pero también la imposibilidad de multiplicar las capacidades y alcances de nuestros estudiantes.
Así, más que centrarnos en los posibles perjuicios de la IA generativa, el foco debe estar en cómo maximizar soluciones e innovaciones en distintos cambios de estudio. No repeler lo no regulado e incontrolable, sino asumirlo como un poderoso escalón a mejores y mayores posibilidades de conocimiento y creación. El futuro lo necesita.