PULSO

Eduardo Meraz

Ahora resulta que el marrullero mayor -habitante temporal de Palacio Nacional- resultó “chamaqueado” por la presidenta de la Suprema Corte, por no entregar los 15 mil millones de pesos de los fideicomisos del poder judicial, para los damnificados de Guerrero. Criterio de verdadera pena ajena.

Él, tan inocente, sin malicia alguna, una “alma de dios” para acabar pronto, siente mancillada su “in-maculada investidura”, por la postura asumida por la ministra Norma Piña, a causa de un compromiso mal interpretado por el mandatario palaciego.

La ministra presidente de la SCJN señaló, en su momento: “La propuesta que se hace desde el Poder Ejecutivo al Poder Judicial representa una alternativa real que nos permitirá actuar como Estado, en defensa de su población”.

Sin embargo, se manifestó dispuesta a un diálogo, en donde se definan los mecanismos para concretar la propuesta presidencial y quedo a la espera de la definición del canal institucional “para dialogar los términos con la finalidad de concretar la propuesta en cuestión”, puntualizó Norma Piña.

En ningún momento se comprometió a entregar de inmediato los recursos de los fideicomisos -como asegura el ejecutivo sin nombre y sin palabra-, algunos de los cuales involucran aportaciones y derechos ganados de los trabajadores del poder judicial.

Él, tan solidario y dolorido por las víctimas de desastres naturales y los causados por su administración, ha sido incapaz de leer bien dicha respuesta y, por tanto también de determinar un presupuesto específico para reconstruir Acapulco y sus alrededores, por los destrozos causados por el huracán Otis.

Obviamente es falsa la carencia en la comprensión lectora del innombrable presidente, pues establecer un programa y recursos públicos para este caso, le implicaría rendir cuentas, lo cual ni le gusta ni está acostumbrado a hacerlo, aun cuando la ley se lo exija.

Su espíritu caritativo, le hace aceptar muchas cosas, menos eso de ser transparente en el uso y manejo de los recursos de todos los mexicanos y mucho menos, reducir los montos de sus obras emblemáticas y canalizarlos a los miles de guerrerenses y mexicanos urgidos de ayuda.

Para el presidente totalmente Palacio Nacional, es preferible que la sociedad y los otros poderes hagan el gasto de apoyar a los mexicanos en situación de desgracia, a que se le quite un solo peso al ejecutivo, aunque en las áreas prioritarias -salud y educación- siempre tenga subejercicios.

Como como exponente del disimulo y el engaño, quiere mostrarse cándido y acusar a la presidenta de la Corte de tener un “plan con maña” por no entregar los fondos de los fideicomisos o bien, carecer del carácter y quedar sometida a intereses creados.

Punto de vista presidencial que a él le queda como anillo al dedo, como lo ha demostrado durante su mandato, al aceptar las imposiciones de Estados Unidos en materia migratoria. El muro humano -pagado con dinero público- de más de 30 mil efectivos, en las fronteras norte y sur, así lo certifica.

Así, los baños de pureza e inocencia en los cuales se quiere limpiar la cara de su desapego hacia los damnificados de Otis resultan insuficientes para justificar la “chamaqueada” y sin tener quién lo ampare.

He dicho.

 

EFECTO DOMINÓ

Y en eso de las doblegadas y chamaqueadas, el ex secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y la “bastonera” de Morena, Claudia Sheinbaum, no se quedan atrás. El primero se quedó corto para alcanzar la candidatura prometida y de nada valieron sus protestas, y la segunda confirma no tener voz ni mando.

 

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