PULSO

Eduardo Meraz

 En 10 días habrá nuevo «bastonero» de Morena y en Palacio Nacional les empieza a embargar la tristeza, como les ocurrirá a las corcholatas sin nominación, aunque el presidente sin nombre y sin palabra trate de darles alientos para seguir adelante.

Por lo visto en los días recientes, es poco probable un relevo sereno en el mando del cuatroteísmo. El reacomodo de fuerzas en el interior del partido guinda y aliados puede volverse eruptivo al ir menguando el control de su guía espiritual.

Los usos y costumbres de la política mexicana son ampliamente conocidos en cuanto se designa al candidato -sale sobrando el nombre asignado- del partido en el poder, la cargada es imposible de frenar y la voz del mandatario pierde volumen, peso y son pocos los oyentes.

Así como el presidente palaciego no escucha a los periodistas o a los voceros de víctimas de la inseguridad y la violencia, a partir de que entregue el bastón de mando, sus seguidores y la población en general dejarán de oír sus palabras o las desecharon.

De nada le servirá desgañitarse en el teatro en atril mañanero, cada vez serán menos los escuchas  y se perderá ante el altavoz emergente de los agraviados y la sordina o silencio de los aliados por temor, conveniencia o interés.

Aun cuando el actual ejecutivo federal ha concentrado un gran poder, como pocos en los últimos 30 años, dejará de ser escuchado y obedecido por sus correligionarios, pues ya existe un nuevo guía, al cual le encontrarán cualidades y capacidades hasta antes desconocidas u ocultas.

Así, al final de cada sexenio, el «mundo ideal» se desvanece y la penumbra se va adueñando del escenario, mayormente cuando existe competencia efectiva en la lucha por el poder.

En el caso del actual habitante temporal del palacete virreinal, queda demostrada esta premisa, pues varias de las corcholatas que se disputan la posibilidad de sustituirlo, han dejado ver inconformidades por la forma en la cuál se está llevando el proceso electivo.

Por eso, para evitar un descontrol mayúsculo, el presidente innombrable les pide no desesperar, porque él lo  intentó tres veces y la tercera es la vencida; para que no vayan a quedar ahí muy tristes. En el fondo les está anticipando que «la voluntad del pueblo», del cual él es portavoz, ya tomó una decisión.

Ahora vienen los días de defensa a ultranza de un proyecto de gobierno que hace agua en varios frentes: seguridad, salud. Educación, nepotismo y corrupción. Los mismos problemas que aseguró resolvería y no ha podido e, incluso, en algunos casos se han agravado.

El fin del sueño se aproxima y empiezan los días y noches de apariciones y fantasmas. Aún es temprano para saber si el sexenio de la victoria no termina en el de la tristeza.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

Resulta que Adán Augusto López, quién como funcionario dijo a la gente desconfiar de ella, hoy como corcholata pidió, con toda humildad, su confianza para seguir construyendo la Cuarta Transformación de la vida pública de México.

[email protected]

@Edumermo