PULSO

Eduardo Meraz

Ahora resulta que el Palacio Nacional, sede del cuatroteísmo, se ha convertido en el “Castillo de la Pureza” de los pueblos originarios y cerrado a piedra y lodo a fin de evitar la corrupción, cuando en realidad predominan el clasismo y racismo y las “aportaciones” al movimiento, vía donaciones o contratos.

El percudidísimo pañuelo blanco ha dejado de ondear en el teatro en atril mañanero, pues no hay manera de ocultar las inclinaciones y preferencias de los supuestos apóstoles de la superioridad inmoral.

El hábitat donde hace de las suyas el morador temporal del palacete virreinal es el auténtico y verdadero centro de operaciones de la ilegalidad. Ahí, lo mismo es manantial del maná producto de cochupos, que fuente de conspiración como forma de gobierno -no me vengan con el cuento de que la ley es la ley.

Es tal el cochambre en ambos aspectos, quitándole lustre al Palacio Nacional, que la bazofia ideológica y de negocios deja salir su hedor para contaminar el ambiente.

La gradación indigenista a la cual se han abrazado con fruición los evangelistas del cuatroteísmo para cuestionar las raíces de Xóchitl Gálvez únicamente saca a relucir su ignorancia enciclopédica y los vuelve adeptos de Adolfo Hitler quien creía en la pureza y superioridad de la raza aria.

Después de 500 años de iniciada la etapa de la colonia, el mestizaje prácticamente es total, por lo cual indagar en el árbol genealógico de quien podría ser la rival de las corcholatas -todas ellas nativas, como lo revelan sus apellidos-, es querer buscarles chichis a las víboras.

Olvidan su propio mestizaje político-ideológico-convenenciero, pues de priistas, pasaron a perredistas y ahora a morenistas con tal de no vivir fuera del presupuesto y, como no queriendo, hacer negocios a la sombra de los cargos, como lo demuestran las propiedades del propio presidente sin nombre y sin palabra, con no más de 20 años como servidor público.

Un informe del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) señala que el gobierno federal entregó contratos por tres mil 474 millones de pesos a empresas de reciente creación, tan solo en 2022; además, durante el año pasado siete de cada 10 instituciones públicas aumentaron su puntaje de riesgo en el Índice de Riesgo de Corrupción, respecto a 2021.

De acuerdo con dicha agrupación, en el gobierno federal, persisten las prácticas de contratación que “la competencia, la transparencia y el cumplimiento de la ley”.

Por otro lado, Segalmex, Seguridad Alimentaria Mexicana, sigue mostrando diversas deficiencias en su desempeño, advirtió una auditoría realizada en el primer trimestre de este año.

La Secretaría de la Función Pública (SFP) detectó que durante el año pasado Segalmex, supuestamente es investigada por el desfalco de 9,500 millones de pesos, presentó debilidades y deficiencias en la planificación y coordinación con otras entidades gubernamentales, así como en los objetivos y estrategias de su plan de negocios, entre otros.

Por si fuera poco, los mexicanos hemos tenido que apoquinar casi 800 mil millones de pesos para solventar las pérdidas de Pemex, monto superior al Fobaproa, y aún así las calificadoras lo bajaron de nivel.

Ni somos autosuficientes en gasolina, ni esta cuesta 10 esos el litro, ni se ha acabado con el huachicol, actividad en la cual algunas corcholatas tienen un particular interés.

La indigestión que se vive en Palacio Nacional no tiene su causa en que Xóchitl Gálvez se asuma indígena -como ellos en su momento decidieron ser priistas-, sino en el cochambre-maná de contratos que fluye en su interior; hiede, pero le van perdiendo el asco o usan el percudido pañuelo blanco.

He dicho.

 

EFECTO DOMINÓ

Entre los 815 millones que trabajadores de Mexicana de Aviación y la propia empresa fallida, acordaron por la venta de activos y los 1,000 millones anunciados por el presidente palaciego, hay una diferencia de 185 millones; ¿dónde irán a parar? ¿Se convertirán en “aportaciones en cash”?

 

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