“Amazon no te dará nada si no luchas por ello”, grita uno de los organizadores sindicales empuñando un altavoz mientras decenas de trabajadores en huelga protestan en el exterior del almacén tecnológico de la compañía en Coventry, en el centro de Inglaterra.

“Pedimos una subida salarial. Uno de mis hijos tiene eczema y le he dicho que se bañe una vez cada dos días porque no puedo pagar el agua caliente”, dice a la AFP Kaur, que no quiere dar su apellido, abrigada con una chaqueta oscura y un gorro gorro para protegerse del frío invernal.

Esta mujer de 40 años y madre de tres hijos trabaja casi siempre de noche y de pie.

Gana 10,5 libras (12,6 dólares) la hora, poco más del salario mínimo, mas una pequeña prima por nocturnidad.

Su consumo energético, pero también su factura de la compra, se han disparado a más del doble que antes de la crisis, lo que hace “difícil sobrevivir”.

La inflación en Reino Unido se sitúa por encima del 10%, y aunque los precios de la energía empiezan a bajar, el alza de los precios de los alimentos se mantiene en el 17%.

Valentina, empleada de 37 años, cree que la plantilla está mal pagada, dada la dureza del trabajo.

“Cada día levantamos cajas pesadas, de 15, 17, 20 y 25 kilos. Te estás haciendo daño”, dice.

Antonio Daniel, de 22 años, conduce unos 120 km al día y con frecuencia, de noche, lo que perturba severamente su sueño, afirma.

La salud en juego

“Durante el Covid, arriesgamos nuestra salud, nuestras vidas, y lograron beneficios enormes”, afirma su colega Dan, de 29 años.

Ahora “tenemos que trabajar 60 horas por semana para pagar nuestros gastos. No tenemos tiempo para nuestra familia y es agotador”.

Las ventas mundiales de Amazon aumentaron un 9% hasta los 514.000 millones de dólares en 2022 aunque el beneficio de explotación se redujo a 12.200 millones por el fuerte aumento de los costes.

La compañía ha lanzado una estrategia de reducción de costes y planea recortar 18.000 puestos en todo el mundo.

Un portavoz explica a la AFP que los empleados tienen beneficios como descuentos en los productos, comidas más baratas y seguro médico.

Solo “una mínima proporción de nuestra plantilla participa en la huelga” de estas semanas, asegura.

El representante del sindicato GMB Stuart Richards lamenta que Coventry sea el único lugar del país donde hay una verdadera representación sindical.

Unos 400 trabajadores se unieron a las protestas celebradas entre el martes y el jueves, según Richards, de una plantilla total de 1.200.

Los repartidores de Amazon han interpuesto una demanda colectiva con el objetivo de ser reconocidos como empleados en vez de como contratistas.

Refiriéndose a los trabajadores reunidos el jueves por la noche bajo carpas naranjas, Richards señala que “muy pocos de ellos son de Reino Unido”, que no siempre conocen sus derechos y que muchas veces se sienten incómodos defendiéndolos.

El diálogo con la dirección es inexistente, agrega el representante, denunciando que la compañía pone las cosas “increíblemente difíciles” al sindicato.

También critica la presión a los empleados de la compañía, al imponer una medición “constante” de la productividad, lo que se traduce en una “increíble cantidad de lesiones” laborales.