PULSO

 

Eduardo Meraz

Indispuesto a aceptar le hayan desechado su reforma constitucional electoral, el presidente totalmente Palacio Nacional no sólo planteó un plan B con tal de atar de manos al INE, sino ahora se muestra rejego a reconocer la libertad de los ciudadanos para tomar la calle y externar su desacuerdo con sus pretensiones de controlar comicios futuros.

Dada su creencia de ser el único capaz de movilizar a decenas de miles de personas, le enfada sobremanera la independencia de grupos e individuos, por lo cual su expresión: “ya chole” constituye el inicio de toda una campaña ya no únicamente en contra del Instituto Nacional Electoral, sino como manifestación de intolerancia hacia los organizadores de una nueva marcha en defensa de elecciones libres, a realizarse el 26 de febrero.

En otras palabras, se puede anticipar que pondrá en marcha, con el apoyo incondicional del cuatroteísmo de todos los niveles y los recursos públicos que sean necesarios, un “Chole…tón”, a través del cual un día sí y al siguiente también querrá poner límites a todo indicio o manifestación para frenar su plan B.

El mandatario sin nombre y sin palabra sabe, está cierto de que una marcha multitudinaria, igual o superior a la de noviembre pasado, alentaría el surgimiento de protestas de grupos y sectores lastimados por su manera de gobernar, en donde la ilegalidad, la impunidad y la negligencia han sido sus valores distintivos.

El descontento social por la pretensión presidencial de regresar a la etapa en la cual el gobierno era juez y parte de los procesos electorales, en realidad es la punta del iceberg del desencanto hacia un gobierno falsario y desentendido de las urgencias de amplios núcleos de población.

El deterioro en materia de salud, educación, seguridad, economía no pueden ser subsanados con las migajas de los programas sociales, insuficientes para disminuir la pobreza. En cambio, las políticas aplicadas han servido para acrecentar la riqueza de los más ricos.

Las desigualdades se hacen cada vez más notorias y, sin embargo, el titular del ejecutivo carece o se niega a aplicar un plan B a fin de corregirlas, como sí lo tiene para sus ocurrencias y caprichos.

Es evidente y mucha gente se ha dado cuenta de cómo se malgastan recursos multimillonarios en proyectos, cuyos beneficios serán -si algún día los hay-, a largo plazo. Obras tan mal planeadas y ejecutadas que saldrán al doble de lo originalmente proyectado.

Y todo ello, aderezado con nutridos casos de corrupción que involucran a personajes cada vez más cercanos al habitante de Palacio Nacional; hechos que, de acuerdo con sus propias palabras si no tienen el visto bueno, al menos sí son del conocimiento del mandatario en turno.

Por tanto, además de la radionovela sobre la vida y obra de Genaro García Luna, se iniciará el “Chole…tón”, en el cual los exabruptos presidenciales será prácticamente cosa de todos los días.

He dicho.

 

EFECTO DOMINÓ

Luego de larguísimas peroratas para condenar a García Luna, ahora que se inició el juicio en su contra en Estados Unidos, el cuatroteísmo todo, contra su arraigada costumbre, hace apología de la presunción de inocencia y pide no condenarlo de manera anticipada. Cosas veredes, Sancho Panza.

 

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