La tuberculosis (TB) es un problema de salud pública vigente en América Latina y el Caribe, en la región residen dos de los 20 países con más casos y cepas resistentes de tuberculosis (Brasil y Perú, respectivamente); en cifras le siguen México y Haití.

 En el marco del Día Mundial de la Tuberculosis, este 24 de marzo, AHF México hace un llamado para reconocer esta realidad y hacerle frente con acciones estratégicas, reales y medibles. Y es que baste señalar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima 28 mil muertes por tuberculosis (TB) en América Latina y el Caribe en 2020, es decir, junto con el sida es una de las enfermedades infecciosas que provocan más defunciones.

 En México la situación de la TB requiere mayor visibilidad y difusión: en 2022, los reportes del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de la Secretaría de Salud,[1] señalan un total de 24 mil 37 casos (23 mil 449 nuevos y 588 nuevos resistentes). En lo que va de 2023, el mismo sistema refiere 3 mil 674 casos de Tuberculosis respiratoria, 721 de otras formas de tuberculosis y 80 de meningitis tuberculosa.

 Frente al contexto en México “es indispensable que el sector público brinde información suficiente a la población e intensifique la detección de tuberculosis, además de garantizar la provisión de los tratamientos de primera y segunda línea, entre otras acciones que pueden fortalecerse en colaboración con la sociedad civil organizada por la experiencia y alcance comunitario” señaló Guillermo Bustamante Vera, Coordinador de Programas de AHF México.

 AHF, como organización mundial de salud pública, trabaja en 45 países con la sociedad civil, aliados y agencias gubernamentales, para poner fin a la tuberculosis a través de un plan de 10 puntos:

 

  1.       Asegurar un paquete de 5 mil millones de dólares norteamericanos en fondos globales para la prevención, epidemiología, pruebas, tratamiento, capacitación e investigación para detener y erradicar la TB en el mundo, poniendo énfasis en los países con mayor incidencia.
  2.       Garantizar el acceso universal a los mejores medicamentos para la TB, incluidos aquellos que acortan el plazo del tratamiento.
  3.       Reducir la cantidad de personas con TB no diagnosticadas a través de programas de prueba de punto de atención a gran escala y rastreo de contactos.
  4.       Intensificar la participación de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG´s) en programas de planificación, divulgación y adherencia a nivel local, nacional y mundial
  5.       Integrar los servicios de TB con el VIH y los entornos de atención primaria.
  6.     Capacitar en TB, de forma universal, a todos los trabajadores de la salud en áreas de alta prevalencia, así como producción de materiales informativos y educativos de fácil acceso.
  7.       Implementar políticas y procedimientos universales de control de infecciones de TB para proteger al personal y a los pacientes en entornos de atención médica.
  8.       Lanzar programas de pruebas especializadas para abordar la presentación tardía de la TB para reducir muertes e infecciones innecesarias.
  9.       Implementar terapia de prevención de TB a corto plazo para poblaciones vulnerables.
  10.   Involucrar a los pacientes curados y activos como embajadores en campañas para mejorar la adherencia al tratamiento.

 Asimismo, recordamos que uno de los principales desafíos en la lucha contra la TB es la alta prevalencia de la coinfección TB/VIH: 15% de las personas con TB también viven con VIH. Otros factores que contribuyen a la alta carga de TB son las condiciones de vida, el acceso limitado a la atención médica y la financiación insuficiente para los programas de control de la TB.

 Entre las condicionantes para el alto impacto de la TB está la pobreza, la desnutrición y la falta de acceso a servicios de salud de calidad. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), al 2021, aproximadamente el 30% de la población en América Latina carecía de acceso a servicios básicos de salud, lo que impide que las campañas de información y diagnóstico de la enfermedad lleguen a las comunidades más vulnerables.

 Otro desafío en la lucha contra la TB es el incremento de la resistencia de las cepas a los medicamentos. La poca adherencia al tratamiento genera resistencia a los fármacos, lo cual complica su tratamiento y genera mayores costos a la salud pública. En 2022 se registraron en México 588 nuevos casos resistentes.

 De acuerdo con cálculos del Fondo Global para la Respuesta al Sida, la Tuberculosis y la Malaria, se necesitan 13 mil millones de dólares estadounidenses anuales para la prevención, el diagnóstico, el tratamiento y la atención de la tuberculosis, a fin de alcanzar el objetivo mundial acordado en la reunión de alto nivel de las Naciones Unidas sobre la Tuberculosis de 2018. Recordemos que la erradicación de la TB forma parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030.

 La tuberculosis es una enfermedad curable y prevenible, pero en América Latina no hemos logrado erradicarla porque los esfuerzos se han menguado al paso del tiempo, no hay una estrategia con acciones sostenibles que garanticen la salud de la población en el mediano plazo.