Por Joana Elizabeth Salinas, Psicopedagoga especialista en salud laboral y cocreadora de Empareja2

“¿Voy bien?, ¿qué me falta por hacer?, ¿cómo puedo mejorar?” en épocas de incertidumbre y grandes cambios se requieren certezas sobre nuestro desempeño laboral. Paradójicamente, la mayoría de los gerentes temen dar retroalimentación.

Aunque se supone que ofrecer una mezcla de elogios y críticas ayuda a los miembros del equipo a hacer más en lo que destacan y mejorar en áreas en las que fallan, en realidad se debe trabajar para construir la confianza de las personas para que logren un objetivo. Esto no es fortuito: pueden porque creen que pueden.

Nosotros podemos crear expectativas sobre lo que sucederá, y a su vez puede influir en lo que realmente sucede de cuatro maneras clave.

Primero, nuestras creencias pueden cambiar nuestras emociones. Las expectativas positivas a menudo generan sentimientos positivos, que tienen una serie de beneficios fisiológicos como aliviar el estrés y reducir la presión arterial.  Nuestras creencias también pueden redirigir nuestra atención, mantenernos enfocados en nuestro objetivo en lugar de ver los pequeños contratiempos e inconvenientes en el camino. También hay evidencia de que las creencias pueden mejorar la motivación e incluso afectar nuestra fisiología.

Segundo, cuando no creemos que podemos cambiar, obstaculizamos nuestro progreso. Así, los consejos útiles pueden percibirse inadvertidamente como críticas que debilitan la propia confianza.

Tercero, el éxito depende de cuánto sea la creencia en nuestra propia capacidad para alcanzarlo.

Ahora, el plan de acción para lograr los objetivos comprende estas acciones:

Pedir consejo. Esto logra que las personas sean capaces de producir ideas útiles sobre cómo abordar mejor los mismos objetivos con los que ellos mismos luchan. Al mismo tiempo, optimiza el rendimiento de quien da consejos.

Colocar a los empleados de bajo rendimiento en roles de tutoría. Al pensar en la mejor manera de tener éxito mejora el propio desempeño. Asimismo, ofrecer orientación y ser responsable ante otra persona fortalece el propio compromiso con la empresa.

Modelar una mentalidad de crecimiento y enseñar a otros a adoptar una. Esto implica reconocer   el efecto del esfuerzo en el potencial de nosotros y las otras personas. Adoptar una mentalidad de crecimiento aumenta la confianza y ayuda a recuperarnos de los contratiempos.

En sí, la retroalimentación de nuestra era implica en un verdadero empoderamiento en las capacidades y potencial de cada uno de los miembros del equipo. Se acabó el liderazgo coercitivo y de excesivo control. Hoy, más que nunca requerimos entregar a  los miembros de nuestros equipos directrices claras, dotarlos de los elementos para alcanzar las metas y establecer diferentes sistemas de autoconfianza y empoderamiento.

En sí, asumir que la retroalimentación es un ejercicio continuo para apoyar el desarrollo de los otros.

 

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